Cuando los sensores detectaron las primeras señales de un sismo fuerte que sacudió la costa del norte de California. Foto La Hora: AP.

Cuando los sensores detectaron las primeras señales de un sismo fuerte que sacudió la costa del norte de California, una alerta fue enviada a los celulares de tres millones de usuarios, instándolos a que «se agachen, se cubran y resistan». Fue elogiada como la mayor prueba hasta ahora del sistema de alerta sísmica desde su lanzamiento público.

Pero las personas más afectadas por el terremoto de magnitud 6,4 del martes por la mañana indicaron que la alerta no les dio tiempo suficiente para buscar refugio. El temblor sacudió los cimientos de casas, dejó sin electricidad y agua potable a miles de personas e hirió a más de una decena. Jimmy Eller, que se hallaba sentado en su sedán Chevy Malibu estacionado mientras trabajaba como guardia de seguridad, dijo que ya el violento terremoto estaba a medio transcurrir cuando notó que su teléfono se iluminaba al recibir la alerta. Estaba más concentrado en lo que sucedía fuera, donde las lámparas de alumbrado público comenzaron a oscilar.

«Oscilaban, prendiéndose y apagándose», detalló Eller. «Pude ver interruptores y cables destellando a lo lejos como rayos. Fue aterrador. Se podía ver todo moviéndose y sacudiéndose». El epicentro del sismo fue localizado cerca del pequeño pueblo de Ferndale, a unos 345 kilómetros (210 millas) al noroeste de San Francisco. Fue el movimiento tectónico más grande por el que haya emitido una alerta el sistema de advertencia temprana ShakeAlert desde que fue lanzado al público en California hace tres años.

«Es un sistema en verdad pionero e innovador en la nación que, con suerte, salvará vidas», afirmó Brian Ferguson, un vocero de la Oficina de Servicios de Emergencia del Gobierno de California. ShakeAlert fue desarrollado por investigadores universitarios y es operado por el Servicio Geológico de Estados Unidos. Es uno de los pocos sistemas de alerta sísmica creados en diferentes partes del mundo durante las últimas décadas, incluso Japón y México. Sin embargo, la nueva tecnología, que opera en California, Oregón y Washington, enfrenta ciertos desafíos.

Antes que las alertas sean enviadas a los celulares de la población, varios sismógrafos deben detectar movimiento debajo de la superficie terrestre. Esa información puede luego ser procesada para determinar la ubicación y la magnitud del terremoto.

 

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