Claudia Virginia Samayoa

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Claudia Virginia Samayoa
@tucurclaux

¿Cómo entender las sentencias o resoluciones judiciales? Pregunta que debemos hacer cuando no somos partes de proceso sino observadores. Las reformas al sistema penal en Guatemala implicaron que la oralidad del proceso permita que las partes: víctimas y personas acusadas puedan comprender todo lo actuado y percibir la objetividad del proceso. Lo mismo ocurre, el hecho de que toda acción judicial sea abierta al público. Como lo reiteran muchos jueces en audiencias con público, el proceso de justicia es uno que se hace para todos los ciudadanos y debe ser entendido por todos.

De esa cuenta, usted no debiera ser abogado para entender lo que está ocurriendo ante sus ojos. Es difícil, sí, porque todas las partes están haciendo sus mejores esfuerzos por demostrar su verdad sobre los hechos; pero no es imposible y por ello es tan importante tener frente a sí un juez independiente e imparcial.

Si un juez permite exabruptos y ataques de una parte hacia la otra y/o sanciona solo a una parte durante el proceso sin fundamentación, una puede empezar a notar esa parcialidad que genera impunidad. Otra cosa que no está permitida es que un juez, un tribunal o una sala emita opiniones en torno a lo que no está en el marco fáctico o de derecho que está frente a sus ojos. Juicios de valor sobre personas o acciones que no son parte del proceso desvirtúan cualquier decisión que se dé.

Y ¿por qué le cuento todo esto, estimado/a lector/a?

Comprender que si la justicia no es imparcial no es justicia, nos sirve para entender lo que ocurrió en la sentencia del caso La Línea. El hecho que la presidenta del Tribunal expusiera, al inicio, por 20 minutos sus opiniones sobre la CICIG, las actuaciones del Ministerio Público antes y del Juez Miguel Ángel Gálvez generó un ambiente que cuestionó al arrancar la objetividad de sus decisiones. Y no satisfecha con el espacio para dar una disertación de sus opiniones personales; el tribunal en la lectura o explicación de la sentencia pasaban un minuto de cada 10 hablando mal de la fiscalía, del Juez Gálvez y de la CICIG.

Esa práctica hizo muy difícil para el que escuchaba desde el público, lograr determinar lo medular ya que usualmente las sentencias de casos complejos narran primero los hechos que dan por probados y los medios que los prueban y luego determinan si está demostrado sin lugar a duda la participación de las personas acusadas por los delitos que se les señaló.

Los hechos fueron probados. Hubo una estructura criminal autodenominada La Línea en donde diversas personas de aduanas y personas privadas acordaban la defraudación al fisco a través de la comisión de sobornos que eran distribuidas hacia una estructura externa y de allí hasta la Presidencia. Fue comprobado que de forma consistente el 61% de soborno iba hacia arriba.

Luego, en la participación de los hechos hubo distintas valoraciones sobre cada persona que permitió deslindar de total responsabilidad a algunos y definir la responsabilidad por qué delito y por qué hechos de los hoy condenados. Ha sido muy criticado que no se sentenció a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti por enriquecimiento ilícito. Según las togadas el Ministerio Público no fue capaz de demostrar en donde estaba el enriquecimiento (bienes obtenidos de esa forma). Si su criterio fue objetivo, no pude determinar porque estaba tan lleno de opiniones de las jueces que su razonamiento se me perdió en su incapacidad de nombrar a Pérez y a Baldetti por su nombre.

El Ministerio Público y la Superintendencia de Administración Tributaria mostrará su verdadero interés en la justicia si apela la sentencia y las causales que presente por dicha apelación incluyan la falta de imparcialidad de las togadas. La Dra. Porras deberá dar la cara y no podrá usar el argumento de que fueron ellos y no fui yo porque el caso se ha llevado bajo su mandato con una fiscal que ha sido destituida de su puesto a partir del día que terminara el debate.

Para mientras nosotros debemos gritar a todos los vientos que la sentencia del caso de La Línea dio por probado que la estructura que salía de aduanas funcionaba antes de la llegada de Otto Pérez Molina y que este hizo que cambiaran las condiciones. ¿Seguirá funcionando? Seguro, el gobierno de Jimmy Morales y de Giammattei no han cambiado las circunstancias de funcionamiento para evitar que ocurra. Toca a la ciudadanía demandar que se tomen medidas para que deje de ocurrir la discrecionalidad en las aduanas y que se controle a los funcionarios públicos para asegurarnos que no vuelva a haber otra Línea de Corrupción.

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