Juan José Narciso Chúa

juannarciso55@yahoo.com

Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

post author

 

En esta era de información que desborda, apareció un mensaje de mi hermano Luis, al leerlo me quedé de una pieza: Mi tía Bertha falleció el día de ayer. El golpe fue inmediato, pero el despliegue de recuerdos lo superó inmediatamente para llevarme a la emoción, para dejar brotar las lágrimas que empujaron aún más los momentos gratos de convivencia, principalmente aquellos anclados a la infancia.
Mi tía Bertha era la mayor de las hermanas de mi mamá, aunque era la tercera de un nutrido grupo de hermanos: Rodrigo, Roberto, Bertha, Marta, Luz, Carmen (mi madre), Nora y Adolfo, hoy únicamente nos queda en vida mi tía Nora, la más pequeña de las mujeres.

Tía Bertha fue el puntal de sus hermanos y hermanas, se podría decir, que ella prodigó su amor, su esfuerzo y sus capacidades para ayudarlos a todos, en la medida de sus posibilidades. Los recuerdos de infancia me llevan a un espacio cuando uno empieza a tener razón de estar vivo y a reconocer a sus familiares cercanos. Este recorrido se inició allá en la zona 5, muchos, pero muchos años atrás cuando llegó a visitar a mi mamá, acompañada de quien se iba a convertir en su escudero Sancho para toda la vida, mi primo Carlos Mancía Chúa.

Mi mamá me contaba, cuánto sufrieron las hermanas, cuando la vida las obligó a quedarse solas, seguramente esta condición fue la que las llevó a ser tan unidas. Mi tía Bertha se puso a trabajar en una fábrica de cerillos allá en la zona 2, del Barrio Moderno, y se llevó a mi mamá y no estoy seguro a quién de las otras tías también.

También mi mamá me contaba que una vez venían ahí por el Cerro del Carmen, con mi tía Nora, cuando les salió una persona indigente a pedirles dinero, pero iba medio desnudo, con lo cual el susto fue mayor para ellas, pero ya cuando se habían alejado le hizo sorna a mi tía Nora, sobre “esa desnudez”.

La Batita, como le decíamos, a partir del apodo que mi primo Carlos le puso, fue también la pionera en marcharse a trabajar hacia los Estados Unidos, específicamente en Los Ángeles y ahí trabajo tesoneramente, se hizo una vida, se forjó un porvenir y ahí terminó sus días bajo el cuidado de otro primo Rolando Velásquez, hijo de mi tía Nora.

En esa tierra que entregó la vida, como pudo contribuyó a que también migraran mi tía Nora, mi tía Luz y su esposo Salva e igualmente en aquella casa pudimos ser beneficiarios de su ser espléndido para atendernos a todos los que visitamos la casa de las tías durante todos estos años.

La primera vez que pude llegar a Los Ángeles, visité a las tías, ya era al final de la tarde, me ofrecieron comida, pero me dijeron que ellas ya habían comido algo pues tenían “acabamiento”, una palabra de la cual hoy hacemos broma con todos mis primos pues era una palabra de todas ellas.

La tía Bertha fue uno de los puntales de nuestra infancia, así como nos preguntaba sobre nuestras vidas con seriedad y elocuencia, así nos hacía bromas sobre esas etapas propias del crecimiento. Su sentido del humor era exquisito, diferente al de las otras tías, eso la hacía especial, inolvidable.

Hoy que recibí la noticia, hablé con mis dos hermanos consolándonos mutuamente y haciendo recuerdos de mi tía Bertha, igual llamé a mi prima Mary para llorar juntos, para darnos el pésame mutuamente y decirle adiós a mi tía Bertha a sus 99 añitos.

Adiós tía Bertha, tu vida para nosotros no pasó desapercibida, tus regaños y tus bromas eran caras distintas de la misma moneda, con lágrimas en los ojos, los Mancía Chúa, Narciso Chúa, Estrada Chúa, Velásquez Chúa, Chúa Lemus y Chúa Muralles, te despedimos y sabemos que hoy va a haber fiesta en el cielo junto a tus hermanas y hermanos. Hasta siempre tía Batita.

Artículo anteriorLos que creen que van para arriba son los políticos que han capturado el Estado
Artículo siguienteDignidad, libertad y justicia para todos y todas