Alvaro Pop
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Entiendo que la Estado de derecho es un modelo de orden para un país.
Es la manera como entendemos el mundo, pactamos nuestros compromisos y basados en la solidaridad la ponemos en una Constitución Política que se convierte en el pacto social que hace posible el sentido de Estado, su conformación y su calidad democrática tanto como su naturaleza de comunidad imaginada en el mismo sentido y propósito por todos los habitantes y en armonía con los derechos humanos internacionalmente reconocidos.
El Estado de derecho se fundamental en la Constitución política.
Es un sistema de leyes que, bajo convicción o no, todos tienen que cumplir. Como dirían los grandes pensadores políticos: “El gran sentido de un Estado de Derecho es el evitar abusos de autoridad. Lograr eso es posible, en parte, siguiendo el mecanismo de la democracia. Pero eso no es suficiente.”
La legitimidad de la Constitución se fundamenta en su capacidad de proteger a todos y en la calidad de la participación de todos los miembros de su sociedad en su elaboración y la realización del pacto.
En la medida que estos dos principios se cumplen así se desarrolla la convicción de su cumplimiento, de su respeto, de su desarrollo, de su legitimidad. Cuando fallan estos dos principios se vuelve inevitable que la fuerza ejecutiva de la Constitución política y su orden jurídico se basen en los dos brazos coercitivos establecidos: la policía y el ejército. Y cuando esto sucede tenemos una democracia de fachada, de cartón y de hipocresías. Un “no estado de derecho”.
Esta anomalía empeora cuando, a la capacidad de un sistema ilegitimo, pero constitucional, se suma la fuerza instrumentalizada del poder judicial y el poder legislativo. Es cuando las sociedades civiles del mundo se vuelven la única esperanza de la democracia y la legitimidad del Estado de Derecho. En suma, es la instrumentalización del sistema jurídico en beneficio de ciertos intereses que riñen con el interés general, el bien común. Es desmontar el contenido y la naturaleza más intima del Estado de Derecho.
El pecado original enmendable de muchas constituciones el mundo es que necesidad la legitimidad de su ciudadanía universal. De la participación de todos, de todas para la construcción de una ciudadanía funcional que de manera dinámica le de contenido.
El otro problema del Estado de Derecho es que es estrictamente liberal.
“Las leyes se aplican a las personas, no a los sectores.”
En consecuencia, la doctrina política, jurídica e internacional sobre los derechos colectivos llama a la revisión de estos postulados.
Con estas consideraciones, al analizar el Estado de derecho en América Latina se reconocen importantes ausencias. La cultura ciudadana que haga de cada persona un ciudadano de plenos derechos. Hombres y mujeres indígenas han sido sistemáticamente excluidos de la información, formación y participación en el pacto social constitucional (en los últimos treinta años se han realizado importantes avances a partir de esfuerzos de representantes de pueblos indígenas en escenarios nacionales e internacionales que los han hecho los nuevos actores internacionales); la necesidad de la actualización del cuerpo legal del sistema jurídico que haga posible la justicia en la realidad; el respeto indiscutible a la división de poderes; la aplicación universal de las leyes (es grave que América Latina encabece la persecución jurídica a personas que defienden derechos colectivos, derechos humanos, recursos naturales y la mejora a la participación); pero sobre todo que el sistema jurídico se base y conquiste su legitimidad a partir de “leyes consistentes y respetuosas de principios morales superiores a ellas, ideas sencillas de justicia, igualdad y sentido común contenidas en la conciencia de todo ser humano”.
“Estado de derecho es lo opuesto a la famosa frase de Luis XIV, «el estado soy yo».
Es lo opuesto a un régimen de gobierno en el que se depende de la voluntad de una persona o grupo de ellas que actúan de acuerdo con su capricho individual. Es lo contrario a los regímenes de concentración de poder gubernamental.” (Girondella Mora. 2006)