Sergio Penagos

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Sergio Penagos

Este vocablo, en la actualidad se encuentra en desuso y se refiere a la adoración que se hacía en la antigüedad a un asno. Es oportuno, por la proximidad de las elecciones generales, alertar a los electores acerca de la cantidad de burradas que los candidatos desparramarán por todo el territorio nacional.

Algunos burros hicieron historia como: el asno del sabio sufí Nasrudin, la burra de Balaam, el rucio de Sancho Panza, el noble Platero de Juan Ramón Jiménez y, la borriquita del domingo de Ramos. Al asno siempre se le ha comparado con el compañero más noble del hombre. Esta bestia de carga, destinada desde el principio de los tiempos en Occidente a las tareas ingratas, ha sido motivo de bromas y burlas hasta nuestros días. El asno no conoció en Occidente una reputación de nobleza y distinción, lo que se evidencia con los apodos, las bromas y demás imágenes simplistas que le caracterizan: y vuelta la burra al trigo, cuando el camino es corto, hasta los burros llegan, ignorante, diputado y burro, todo es uno.

En el Antiguo Oriente se tenía una visión completamente diferente de este animal, porque se le valoraba y se le rendía culto como a una divinidad. El Nuevo Testamento resalta esta tradición con la llegada triunfal de Cristo a lomos de una asna. También en el portal de Belén ocupa un lugar destacado. En la cultura oriental y mediterránea siempre se tuvo en gran estima a este simpático animal. En Grecia se asoció el burro a Ceres y, más tarde, a Dioniso. De la misma manera, Roma otorgó un gran protagonismo a este animal con el culto a Vesta, en el que se le representa coronado de flores. Ese asno oriental ennobleció a la raza por su resistencia y paso firme.

En Guatemala abundan las historias de burros, particularmente en la política y sus entresijos. El 1 de abril de 1963 el pollino Peralta Azurdia le dio golpe de Estado al burro viejo Ydígoras Fuentes. Para evitar la competencia disolvió el Establo Nacional y gobernó por decretos. Estos son algunos ejemplos de asnos, pero el pollino más famoso, en verdad era hembra, se trata de la que cabalgó Jesucristo en su entrada triunfal a Jerusalén.

De dicho animal nos han llegado noticias a través de los cuatro evangelios, pero solo el de Mateo y el de Juan resaltan el carácter profético de este pollino. El profeta Zacarías describió que el futuro rey de Sion vendría: cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna. Llegado el día, Jesús y los apóstoles tomaron prestado un pollino, cerca de la aldea de Betfagé para devolverlo luego. Esa era la intención. Pero, poco se sabe sobre el destino de esta asna. Su historia no se aclara en las sagradas escrituras. Las leyendas y las tradiciones piadosas crearon un relato digno de conocerse y, del que célebres autores como Giordano Bruno o Voltaire nos ilustran.

Voltaire en su Diccionario Filosófico cuenta cómo Jesús apiadándose del animal decidió liberarlo para siempre. La asna, al verse horrorizada por la crucifixión, decidió abandonar la ciudad santa y trotar por el mundo a sus anchas. Nada se interponía entre ella y sus deseos, pues el mar no se interponía a su paso, así trotó por: Chipre, Rodas, Candía, Malta y Sicilia, hasta dar con sus pezuñas en Verona. Allí, el inveterado machismo católico, le cambió el sexo convirtiéndolo en el pollino bíblico.

Algunas esculturas del siglo XIV como La Muletta (¿Coincidencia?) indican que desde la Edad Media, se rendía culto a las reliquias del burro en la iglesia de la Madonna degli Organi de Verona. Aquí la leyenda indica que los monjes recitaban una oración que terminaba diciendo: Cristo con todos y su asno con nosotros. Esta oración ha sido retomada por el partido Vamos para su campaña anticipada.

El culto a las reliquias del burro fue una realidad, que hasta el obispo Gulielmus Durandus tuvo que solventar el siguiente debate teológico: ¿Cómo era posible que se celebrase una fiesta en homenaje a la cruz, siendo el aparato de tortura de Jesús, y no se festejase al burro en el que el Mesías fue aclamado? Según este teólogo francés, la fiesta de la cruz se basaba en que en ella Jesús redimió a la humanidad, y lo del burro fue un medio de transporte para su misión.

La catedral de Verona no fue el único santuario asnológico de la cristiandad, también Génova rindió homenaje a estas borriquerías. Lo sabemos gracias a Giordano Bruno, quien en su libro Candelaio menciona la reliquia de la cola del burro, en el convento de los dominicos de Santa María in Castello. El jesuita francés Théophile Raynaud en su libro De immunitatibus Ciriacorum indica que los dominicos de Génova, conservan y veneran la cola de la borrica en que iba montado Jesucristo.

¿Votarán los asnos por sus congéneres idolatrados?

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