Jóvenes por la Transparencia

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Norah Sophia Bolivar

Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Bolivarnorah@gmail.com
fcccmarcodeaccion@gmail.com
Instagram: @sphblvr

¿Vamos a dejar que el entretenimiento siga dejando un rastro de sangre humana para capitalizar nuestro ocio? El deporte es deporte, dicen muchos, es solo un juego ¿Dónde está el problema?

Todo es político; las creencias, ideales, cultura, religión, economía, educación, deporte y fútbol, sí el fútbol. Y así como todo es político, es corrupto, y no me mal entiendan, la política no es siempre corrupta, pero en Guatemala sí, y en la FIFA también. No hay marcha atrás, el evento deportivo más importante del mundo ha comenzado y sobre éste, las miles de muertes y violaciones de derechos, las prohibiciones en torno a la cultura y religión qatarí. Gente callada y gente sobornada, gente que disfruta y que viaja, gente que es perseguida por ser quien es y gente que dice “solo es fútbol”.

Se ha destapado tantas veces que este es uno de los mundiales más corruptos de la historia de la FIFA, al igual que en Guatemala, se ha evidenciado que la corrupción existe y que nadie procuró cambiar el rumbo de las cosas. Que no importa que tan minúsculo seas, tu valor y lo que podés llegar a hacer va a depender del tamaño de tu fajo de dinero, que, aun siendo un país del tamaño de un tercio de Petén, sin infraestructura ni derechos humanos igualitarios, ahí se puede llegar a celebrar el más magno evento del fútbol, porque llegaste al costo de los importantes, de los del poder y quiénes deciden, a los dirigentes de la confederación.

No soy fanática del deporte, pero me indignan las injusticias, lo macabro del mundo. Y no, no es solo fútbol, no solo son diez personas corriendo detrás de una pelota intentando anotarle al guardameta contrario, hay un sistema complejo detrás, de poder, de quién puede y tiene más. De estrategias políticas internacionales y de demostrarle a la potencia mundial que un minúsculo país, con dinero, logró comprar más voluntades y lograr su cometido. Y así es Guatemala, un país pequeño, corrupto, donde no se vive con derechos humanos, a las mujeres no se les respeta y no está muy lejos de ser una dictadura.

Si no somos nosotros, los del sector obrero y trabajador, los que buscamos alzar la voz por los nuestros, nadie lo hará. No a muchos les importó la vida de los más de 7000 muertos por explotación laboral en las construcciones de sus grandes complejos deportivos y hoteleros, tampoco la de las mujeres qatarís o de las turistas extranjeras, ni la de las personas de la comunidad LGBTIQ+. La sede del mundial 2022 es un país abiertamente machista y anti derechos, no muy lejos de ser Guatemala y el presidente de la FIFA no dice más que “no permitan que el fútbol se vea arrastrado a todas las batallas ideológicas o políticas que existen”, claro, porque no le conviene. A nuestro presidente, si así se le pude llamar a alguien tan incapaz de presidir, no se le ha ocurrido algo más creativo que “Y que Dios bendiga Guatemala”. Somos un país que gira alrededor del dinero, del poder de las élites, que no contempla en su constitución consuetudinaria la palabra justicia, que ataca y vulnera. Por favor, no dejemos que se siga normalizando, alcemos la voz desde nuestras cuatro paredes, peleemos por lo nuestro, no lo dejemos vendido por la quiniela de corrupción que juegan los del poder.

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