Sandra Xinico Batz
“Gobiernos vienen, gobiernos van, los derechos de las niñas para atrás, para atrás” esta fue una de las consignas coreadas por más de 300 niñas representantes de la organización “LAS NIÑAS”, que el pasado martes realizaron una #MarchaParaAtrás, como acción simbólica para denunciar la indiferencia y falta de voluntad del Estado, en cumplir y respetar los derechos de las niñas en Guatemala.
Durante la caminata las niñas denunciaron el retroceso de sus derechos y la injusticia que golpea directamente a la integridad de la niñez, cuya situación de desigualdad y empobrecimiento se ha venido agravando con los años, por la inacción de los distintos gobiernos y la disfuncionalidad de los pocos programas que se han impulsado desde el Estado, ya que han sido creados para ser focos de corrupción y no con la intención de verdaderamente contrarrestar o atacar los problemas estructurales.
Por supuesto que la sociedad no puede normalizar el hecho de que las niñas deban salir constantemente a las calles para demandar el cumplimiento de sus derechos, frente a una situación que año con año empeora y que toca niveles profundos de empobrecimiento que no van a cesar si el modelo no cambia.
Salud, educación, igualdad, no discriminación, nutrición, educación sexual, libertad de expresión, fueron algunos de los derechos reivindicados por las niñas, que con mantas, pancartas y consignas fueron marchando para atrás; este es un acto político que socialmente no se puede ignorar, porque estamos hablando de una sociedad violenta que se ha ensañado en contra de las niñas y de las mujeres, cuya situación se agrava por el racismo y al patriarcado enraizados en este país.
Las niñas han tenido la necesidad de organizarse y tienen consciencia de la situación de la niñez porque la viven en carne propia. Guatemala es un país que tiene aproximadamente 7 millones de niñas, niños y adolescentes e invierte menos de Q10 diarios por cada una/o, lo cual es una burla frente a los precios que han llegado a alcanzar los productos de la canasta básica y el encarecimiento de los servicios como la energía eléctrica y el transporte.
¿Qué futuro puede haber en medio del hambre, la desnutrición, la migración forzada, la desaparición, la violencia sexual? Los costos de la impunidad y de la corrupción no los pagan los malos funcionarios y los poderosos que controlan el país, a quienes seguirán golpeando y quienes seguirán viviendo dichos costos serán las poblaciones empobrecidas, principalmente las niñas, a quienes se les vulnerabiliza de múltiples formas, siendo el mismo Estado partícipe o provocador de estos flagelos.
“¡No las hemos olvidado, ahora nosotras hablaremos!” Gritaron las niñas alrededor del memorial de las niñas del hogar seguro “Virgen de la Asunción”, en la plaza central en Ciudad de Guatemala. Indudablemente la injusticia alimenta la impunidad y con ello se incrementa la violencia; es doloroso que este país desprecie la vida de las niñas en lugar de protegerlas.
Lo peor que se puede hacer es no hacer nada. Proteger a las niñas es un compromiso de todas y todos.