Ramón Cadena
Creo que cualquier palabra que escriba, será insignificante frente al poder de la manifestación pacífica de más de 2000 personas de las treinta y tres comunidades afectadas por la construcción de la hidroeléctrica Chixoy. Esta acción evidenció la energía de la gente, la resistencia que tienen los pueblos. Para lograr ser escuchadas por las autoridades, las treinta y tres comunidades afectadas por la construcción de la hidroeléctrica Chixoy, tomaron las instalaciones de la Hidroeléctrica en el año 2004; luego sufrieron persecución y criminalización y sus dirigentes enfrentaron diferentes procesos legales; después de ello, se organizaron, negociaron en Rabinal y en Salamá con el poder local y finalmente en la capital con el gobierno central. En estos casi veinte años, han tenido que dialogar con cinco presidentes (Oscar Berger, Álvaro Colom, Otto Pérez, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei).
Se inició la discusión del Plan de Reparaciones con Oscar Berger; el Gobierno de Álvaro Colom lo aprobó, pero no quiso implementarlo. Otto Pérez exigió crear una Política Pública, Jimmy Morales (el ex Presidente que mostró un total desprecio por la vida y la salud de los pueblos), no hizo nada. Desde el placentero y cómodo ejercicio del poder político, vio pasar el tiempo, lo vio volar, sin importarle el sufrimiento de la gente, sin importarle sus necesidades.
El día lunes pasado, Giammattei se comportó de igual forma. No podía haber sido diferente su manera de actuar, si su gobierno es el continuismo del de Morales, aumentado en crueldad y en corrupción. La mano dura de Otto Pérez, se transformó en la mano de piedra de Morales y ésta, en la mano cruel de Giammattei. Es la tercera vez que las Comunidades Afectadas por la Construcción de la Hidroeléctrica Chixoy (COCAHICH), se ve obligada a tomar la sexta avenida, entre quinta y cuarta calles, para que sus demandas sean escuchadas. Y a pesar de ello, la puerta de atención al público del despacho de Giammattei nunca se abrió. Y nadie en el gobierno se dignó a dialogar con COCAHICH.
Ese lunes, Giammattei demostró poco interés en respetar los derechos de las comunidades, históricamente excluidas porque sus demandas no son del agrado del gobierno; porque no permiten que las autoridades gubernamentales pisoteen su dignidad; porque son rebeldes y se declararon en resistencia para exigir el respeto a sus derechos humanos. Giammattei dejó a la gente con las manos vacías y su cuerpo empapado por la tormenta Julia, quedó esperando la respuesta gubernamental. Recordaron la danza del Rabinal Achí, se amarraron a su cuerpo un costal de resistencia y siguieron adelante con sus reclamos. Contrastó esta actitud de firmeza, con la debilidad de las autoridades de gobierno.
El gabinete en pleno de Giammattei condenó a COCAHICH “¡déjenlos que se pudran con tanta lluvia! ¡chairos inútiles, haraganes! ¡A nosotros no nos importa que sus abuelos enfermen, que sus niños mueran, que ustedes no trabajen unos días la tierra! ¡Si por ello no pueden producir y comer, es culpa de ustedes mismos!” Y una vez más, no se movieron de su zona de comodidad y permanecieron disfrutando de una comida espectacular que les brindó un hotel cinco estrellas. ¡Qué actitud más débil la del gobierno! Siempre escudándose con el concreto de sus cuatro paredes, encerrados, sin querer dialogar para conocer la justicia de los reclamos de la gente.
Al estilo de la mejor monarquía de la Edad Media, mientras el pueblo exigía sus derechos en la calle, el Rey de Guatemala y su corte sumisa, disfrutaban de una comida espectacular. Por algo una dirigente gritó: “¡Los esperamos en la comunidad para cuando lleguen a pedirnos el voto!” Y dirigiéndose a las comunidades afirmó: “Compañeras y compañeros: recuerden el nombre de los partidos políticos que apoyaron a Giammattei durante su gobierno.”
El Rey y su corte sumisa oían los gritos de la gente, las consignas; oían los reclamos y los discursos, pero como los tres monos sabios, se tapaban los oídos para no oír, la boca para no responder y los ojos para no ver la realidad llena de desigualdades que vive Guatemala. Lo primero que hizo Giammattei ante los desastres que provocó Julia, fue imponer un estado de excepción. No cabe duda, durante su gobierno, los estados de excepción, han sido la regla y no, como su nombre lo dice, la excepción. Giammattei con su estado de excepción bajo el brazo, trató de imponer miedo y silencio a las comunidades en resistencia.
Ante la insistencia de las comunidades, delegados de la Procuraduría de los Derechos Humanos se hicieron presentes en el lugar. Sin embargo, llegaron una sola vez en el transcurso de día y medio que duró la manifestación pacífica. Se comprometieron a mediar y a pedirle al presidente que escuchara los reclamos de las comunidades. Una sola visita, les bastó para justificar su ausencia durante todo el día y medio. Ya no volvieron más. Ni siquiera para informar acerca de los resultados de su gestión y de su propuesta de mediación. Además, ni la Comunidad Internacional, ni la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) llegaron al lugar. Las comunidades organizadas en COCACHICH lucharon solas, con mucha dignidad y coraje.
Indudablemente, la actitud del Procurador de Derechos Humanos (PDH) ha cambiado notablemente. Jordán Rodas fue muy activo y eficiente para proteger los derechos de las comunidades y de los Pueblos Indígenas. Sin embargo, parece que el nuevo procurador, ya se contagió de la enfermedad en fase terminal que tienen los tres poderes del Estado: indiferencia ante las desigualdades que hay en Guatemala. Hoy, el Procurador hace gala de su título y procura hacer algo. Antes, Jordán Rodas hizo mucho.
El martes inició el segundo día de reclamo. El frío y la lluvia insistente, seguían imponiéndose. Después de dormir en el parque Central, ese gran parque que descubrió el escenario de pordioseros que Miguel Ángel Asturias describió al inicio de su obra “El Señor Presidente”, con las campanas de la catedral tañendo en el fondo (Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la pobredumbre); el que escuchó los tiros que asesinaron a Oliverio Castañeda un 20 de octubre y el que vio muchos otros actos de violencia estatal en contra de dirigentes sociales acusados de ser comunistas por luchar en contra de las desigualdades, COCAHICH volvió lleno de vigor a la sexta avenida, entre quinta y cuarta calles.
Lo que el día lunes y martes presenciamos fue el derecho a la resistencia en acción. Creo que una resistencia antes de organizarse en comisiones, debería hacer un plan de trabajo. La resistencia pacífica no utiliza los mismos métodos que le sirven a una organización no gubernamental (ONG) para hacer su trabajo en forma eficiente. Por el contrario, la resistencia pacífica gira alrededor de una acción concreta (de una conferencia de prensa, de una manifestación pacífica, de una marcha, etc.) Si se trata de una resistencia en base al artículo 45 de la Constitución Política de la República de Guatemala, se debería contar con un plan de trabajo para defender los derechos humanos de las comunidades, de los pueblos y de las personas.
Este plan debería estar fundamentado en acciones para recuperar el respeto a los derechos humanos en el país. Los derechos de aquellos que están siendo afectados por la minería a cielo abierto, o los derechos de aquellos afectados por leyes injustas, como por ejemplo la Ley de Áreas Protegidas, la Ley de Hidrocarburos, la Ley General de Electricidad entre otras; o los derechos de aquellos afectados por la conflictividad agraria, por la destrucción del ambiente y del agua, por las torres de alta tensión, etc. etc. COCAHICH defendió el día lunes y martes el derecho de la ciudadanía a la reparación colectiva que el propio Estado de Guatemala asumió como compromiso hace ya más de quince años y que no quiere cumplir.
Y luego de contar con una lista clara de derechos que hay que recuperar, se debe contar con una lista de acciones pacíficas que hay que implementar: huelgas de hambre, tomas de carreteras, manifestaciones pacíficas, etc. Debe haber consenso al respecto entre todas las personas en resistencia. Y en la última etapa se puede pasar a crear comisiones pensando en cada acción. Sí es bueno crear comisiones. Pero éstas son un instrumento de apoyo para cada acción. Las comisiones son producto de la acción que se va a implementar. Las comisiones que dicha acción requiera. Es bueno contar con comisiones, pero antes hay que tener claridad y consenso sobre los derechos a recuperar y las acciones pacíficas a tomar. Según sea la acción que se trate, así se requerirá una serie de comisiones.
Por ejemplo, una huelga de hambre requiere determinadas comisiones de apoyo, para que la huelga de hambre cause el impacto deseado. Una marcha requiere que el Pueblo se organice en comisiones, para que dicha acción, logre su cometido. La persona o grupo de personas que encabezan la resistencia, marcan el paso. En otras palabras, la creación de comisiones, se debe hacer de acuerdo a lo que cada acción de resistencia demande para su apoyo.
En el caso Chixoy, las treinta y tres comunidades anunciaron que la lucha sigue: ¡“Noticias tendrá de nosotros”! Sentenció una dirigente de COCAHICH, con la boca llena de dignidad, con el micrófono en mano, viendo hacia el vacío, con los ojos bañados de impotencia, esperando que Giammattei escuchara y, por lo menos, respondiera. Y sentenció con valentía: “Señor Giammattei, se terminó nuestra tolerancia y buen trato para con su Gobierno”.
Pero el muy cobarde, se quedó sentado en su elegante escritorio y nada lo movió. La compasión por el sufrimiento de la gente no fue suficiente para que se levantara de su zona de comodidad, abriera la puerta y pasara adelante a las y los representantes de COCACHICH, para discutir pacíficamente sus reclamos. Hablando se entiende la gente; aunque parece que esa no es una premisa que oriente los actos y políticas públicas de este gobierno. Giammattei probablemente también se sintió protegido por su gabinete, quien lo rodeaba y profería halagos para endulzarle el silencio. Así operan las dictaduras en las sociedades en resistencia.
La acción no tuvo el resultado esperado, no se logró la firma de la reparación colectiva. Sin embargo, esta acción de resistencia como la que COCAHICH implementó, aunque no logró su cometido, alcanzó resultados positivos: las personas que integran las treinta y tres comunidades afectadas por la Hidroeléctrica Chixoy son ahora mucho más conscientes del problema de la anomia estatal, siguen en pie de lucha, saben que han logrado llegar hasta donde han llegado, gracias a las acciones de resistencia que han implementado. Saben muy bien que lograr el respeto de sus derechos no es un regalo que recibirán del autoritarismo por las buenas. Hay que luchar y sacrificarse para que dicho respeto sea una realidad.
Ya cuando retornaban a sus comunidades, en el kilómetro 16 y medio de la carretera al Atlántico, la fuerza pública de la comisaría 12, acompañada de un pelotón antimotines y de muchos otros miembros de la Policía Nacional Civil, detuvo a don Tono, dirigente comunitario de COCAHICH. El que, sin rencor alguno, se dirigió de último a las treinta y tres comunidades para informarles que la manifestación pacífica llegaba a su fin. La fuerza pública dijo que él estaba acusado de haber cometido un homicidio y que había orden de captura, lo cual resultó no ser la verdad.
Claro que se trataba de un caso de venganza, de persecución, de criminalización. De no haber sido por la pronta, acertada y oportuna intervención de la abogada Nancy Artola quien lleva el caso de don Tono, él estaría en los tribunales pasando las penas de un criminalizado más. La abogada, con mucha tranquilidad y eficiencia, presentó las pruebas y el Oficial a cargo tuvo que dar marcha atrás con el intento de producir la detención arbitraria de don Tono.
La falta de mérito a favor de don Tono fue otorgada desde el 1 de septiembre de 2015, cuando estuvo criminalizado porque las autoridades lo acusaron de haber cometido los delitos de Desobediencia, Abuso de autoridad e Incumplimiento de deberes. Nunca estuvo acusado de haber cometido un homicidio, aunque así lo querían hacer ver las autoridades gubernamentales. No me explico como siete años después, el poder político con el apoyo de la fuerza pública, trataron de ejecutar una orden de captura que había sido desestimada por el juzgado de Primera Instancia, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Baja Verapaz. Así de ilegal, perversa y cruel es la criminalización que vivimos en Guatemala.
Después de recibir una constancia por escrito, que afirmaba que ya había sido decretada la falta de mérito por el Juzgado de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Baja Verapaz, don Tono pudo continuar su camino acompañado por miembros de las treinta y tres comunidades que nunca lo dejaron solo.
Así es la norma cuando se vive en comunidad. La propia comunidad defiende y protege a sus dirigentes, a sus autoridades, a quienes se les quiere y siempre se les reconoce por el trabajo que hacen a favor de la comunidad. Una diferencia considerable, si analizamos lo que sucede con las autoridades del Estado excluyente y racista que hay en Guatemala. Rápidamente, el convoy se pierde en la obscuridad de la carretera y se dirige a Rabinal, para continuar con la resistencia pacífica y la lucha por el respeto de sus derechos.