Por Johan Ordóñez/AFP
En Conacaste, una empobrecida aldea enclavada en una montaña en Chiquimula, las canciones cristianas sonaron para despedir a los miembros de la comunidad que murieron cuando el pick up en el que viajaban para recibir asistencia cayó a un abismo.
«Yo te extrañaré, tenlo por seguro…» dice uno de los cánticos reproducido en una bocina mientras los pobladores cargan en procesión los ataúdes, entre ellos los de cuatro menores, para enterrarlos en un campo empinado que improvisaron como cementerio.
El llanto invadió desde el miércoles a esta pequeña aldea del municipio de Jocotán, de caminos de tierra y casas con paredes de barro, cuando el vehículo rodó sin control hasta un abismo de unos 100 metros. Además de los muertos, la tragedia dejó varios heridos.
«Es un dolor muy grande, es muy triste para mí», comenta a la AFP Celso Suchite, de 48 años, quien perdió en el percance a seis primos y sobrinos.
«Pero ¿qué puedo hacer? Allí sí no puedo (hacer nada) ante lo que haga Dios», agrega Celso resignado en esta comunidad de agricultores de maíz y frijol, a la que se asciende por un estrecho paso de montaña rodeado de acantilados.
En la tragedia murieron 11 mujeres y dos hombres adultos, una niña de 3 años y un niño de 5. También una adolescente de 17 y otro de 13, informó el Instituto Nacional de Ciencias Forenses.
«PERDÍ PRIMOS, TÍOS Y TÍAS»
El accidente ocurrió en la madrugada en el momento en que el piloto del pick up, que fue detenido posteriormente por la policía, estacionó en una cuesta para que abordaran más pasajeros, pero el vehículo rodó hasta el barranco, de acuerdo con la versión de testigos.
Las víctimas viajaban apretujadas en la parte trasera del vehículo desde la comunidad al centro urbano de Jocotán para recibir una «transferencia» monetaria de un proyecto del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, dijo el alcalde municipal del lugar, Ramón Díaz.
Los féretros fueron velados en la escuela local, que también funcionó como una morgue improvisada donde las autoridades prepararon los cadáveres.
El olor a sangre aún se percibía en el salón de muros pintados de celeste, adornados con la bandera de Guatemala y otros símbolos patrios que quedaron allí por los festejos de la independencia nacional en septiembre.
«Perdí primos, tíos y tías que fallecieron en el lugar», lamenta por su lado José Ramírez (39), uno de los pobladores que ayudó en el rescate de las personas que resultaron heridas y que fueron llevadas a hospitales cercanos por socorristas.
SOLIDARIDAD
«Nos solidarizamos con las familias afectadas, entre ellas las 13 familias de las personas fallecidas que formaban parte de nuestro proyecto PRO-Resiliencia», indicó el PMA en una esquela publicada en Twitter.
El proyecto, que incluye otros programas integrales como la diversificación de cultivos y elaboración de artesanías, se implementa en la aldea que forma parte del llamado Corredor Seco, una franja árida que atraviesa Centroamérica donde viven comunidades pobres susceptibles al cambio climático.
En Guatemala, de los cerca de 17 millones de habitantes, la pobreza afecta a cerca del 60% de la población, según estimaciones oficiales.