Edith González
La ausencia del Estado de Guatemala en materia de Justicia, educación y salud mantienen “invisibles” y “sin derechos” a miles de niñas y adolescentes que cada año son víctimas de abuso y violencia sexual en Guatemala.
Doctora Mirna Montenegro, directora del Observatorio en
Salud Sexual y Reproductiva, OSAR.
El ritmo y las presiones de la vida moderna nos han impulsado a realizar acciones que, si nos detenemos realmente a pensar en las posibles consecuencias, quizás no las realizaríamos.
Los problemas con la pareja nos llevan a separarnos de ella. Y bueno, toda marcha, pero cuando introducimos una nueva pareja a nuestras vidas, debemos pensar si realmente nuestras hijas e hijos van a estar seguros, si seguiremos ocupándonos de ellos en todos sus aspectos, si cuidaremos que nuestra pareja no los lastime física y/o emocionalmente.
Estamos seguros que nuestras hijas van de visita a una casa donde se les respeta, como niñas y como mujeres, ya sea donde la abuela, los tíos o las amigas.
Hemos sido suficientemente empáticos como padres para darle confianza a nuestras hijas que nos cuenten lo que les ocurre bueno o malo, sin recibir, reprimendas o castigos. Porque solo así podremos saber realmente que les ha ocurrido.
Nos pueden hablar con claridad confianza y seguridad sobre el compañero de clases, o el jovencito que les atrae, sin que las regañemos o nos molestemos. Hemos hablado de sexualidad y relaciones sexuales responsables y sus consecuencias posibles con nuestras hijas.
OSAR integrado principalmente por mujeres salubristas, visibiliza periódicamente el registro de embarazos y nacimientos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años en todo el territorio guatemalteco, reportando los primeros ocho meses de 2022, 1,448 nacimientos de embarazos de niñas menores de 14 años violadas en Guatemala, es decir casi cinco diarias.
Estamos hablando de niñas que quizás aún no terminan la primaria y ya deberán dejar el juego de muñecas para, siendo casi niñas, tener que encargarse de criar un bebe, porque por supuesto los padres no se harán cargo. Y esto no ocurre solo en los hogares de escasos recursos. Ocurre especialmente en los hogares fracturados, con padres ausentes, que pueden estar presentes físicamente, pero no en la vida de sus hijas.
La doctora Montenegro agrega “Si hablamos de niñas víctimas de violencia sexual, están invisibles, desprotegidas, sin esperanza y sin derechos y agrega que, de esas 1,448 niñas abusadas, solo en el 3% de estos casos el abusador será procesado, pero sin certeza de una sentencia condenatoria, porque el problema es que en Guatemala hemos avanzado en el tema de la denuncia, pero no en la Justicia, porque el 97 por ciento de las denuncias en el marco de violencia sexual se queda en la impunidad”.
Un claro ejemplo es caso de “Angelina”, una niña indígena que dio a luz gemelos producto de una violación en 2019 y el Organismo Judicial de Guatemala programó el juicio contra el abusador para agosto del 2025, seis años después de los hechos.
Explica la doctora Montenegro que la mayoría de casos de niñas y adolescentes embarazadas se concentran en zonas rurales de Guatemala, como en el departamento de Alta Verapaz, ubicado al norte del país, donde 5.337 menores de 19 años se convirtieron en madres durante 2022. Muchas de esas niñas/madres fueron violadas por sus familiares directos o por los dirigentes de las fincas donde están asentadas las comunidades mayas q’eqchi’ a las que pertenecen, según reveló su trabajo de campo.
Y es que debemos considerar que frecuentemente la niña víctima de abuso conoce a su agresor, quien la amenaza e intimida para evitar que lo delate, por ello es importante que los padres estemos atentos al cuidado de nuestras hijas y no confiemos fácilmente su cuidado a familiares o amigos.
NUESTRAS HIJAS SON EL BIEN MAS PRECIADO QUE TENEMOS, CUIDÉMOSLAS.