Héctor Rodas Andrade. Poeta, profesor de literatura y filosofía. Ha impartido cátedra en la facultad de Humanidades del Centro Universitario de Occidente, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en 2015 obtuvo el premio Beca de residencia por Vermont Studio Center en Johnson (Estados Unidos). En 2016 fue invitado al II Festival de poesía de Madrid. En 2018 participó en el X Festival de poesía en Puerto Rico. Ha asistido a festivales y foros literarios en Colombia, Chile, México, Cuba y Centro América.

Entre sus obras publicadas se encuentran Sortilegios; Días extremos; Gajes del oficio; Amorosidades; Talud y Museo de Cera, entre otros. Trofeo de caza es una sucesión de imágenes donde el poeta pone los dedos en las múltiples llagas del planeta, en sus heridas abiertas y de sangrantes, de donde mana el aire virulento y vomitivo producto de la mano del hombre.

 

TROFEOS DE CAZA

Una cabeza de venado
Con su antigua libertad
Disecada
Adorna la sala tristemente

Una piel de lagarto
Cubre la pared
Como sobre un lago muerto

Una piel de jaguar tapiza
Con su fantasma
Su cotización en los mercados
De las bolsas de valores

Por otro lado
Un par de pájaros exóticos
Lucen raídos sus colores
Como viejos plumeros desteñidos

Y así continúa la muestra
De tétricas preseas
Entre las que sólo hace falta tu cabeza
Que de todas formas sería
El trofeo menos valioso.

DESAPARICIONES

Lejos
Muy lejos
El agua

Lejos
Más lejos
El aire

Cerca
Muy cerca
El aire y el agua
Van desapareciendo.

DE SORPRESA

Ahora llueve
Cuando el cielo
Menos se lo espera

Y deja de hacerlo
Cuando menos
Lo piensa.

SEÑALES VITALES

Los animales
Saben los signos remotos
Que anuncian la llegada de las estaciones

Ellos tienen la premonición
De la vida y la muerte
Poseen la certeza de la anunciación

Y un antiguo nerviosismo
Les hace adivinar
Lo que humanamente es imposible.

FÁBULA

Una selva se internó
En sus profundidades
Para huir del hombre
Hasta que un día
Se vio forzada a salir
Cuando ya solo
Quedaban de ella
Unos cuantos árboles
Los que desesperadamente
Intentaban ponerla a salvo.

CLARO DE SELVA MORTAL

Cuando en medio de la selva
Se ahueca el verdor
La luz queda como un cuenco vacío
Sin sombra a qué dar su forma

Y la aridez del aire echa sus raíces
Como un ácido fantasma
Que al pie de los árboles caídos
Hace que crezca como un hongo
Venenoso
Nuestra muerte.

AGUA VIRTUAL

De aquí en adelante
Un espejismo
Ya no será la creencia
De ver una esperanza
Sino la seguridad de ser
La alucinación de oasis
Por la necesidad virtual
De tener que imaginar
Nacimientos de agua
En todas partes.

MONTAÑA ABAJO

Cada día las montañas
Bajan despavoridas de sus cumbres

Bajan ya sin ninguna pertenencia
Todo lo que poseían les fue arrebatado

Saquearon sus casas de árboles
Las despojaron de sus techos de lluvia

Hasta que no tuvieron más
Que salir huyendo hacia sus faldas
Entre polvorosos derrumbes
Que terminaron sepultándoles la sombra.

PAÍSAJE EN VITRINA

En el futuro
Cada paisaje que sobreviva
Será un lugar de colección

Una pieza curiosa de museo
Una antigüedad rarísima
Detrás de vidrios
Que sólo refractarán su pasado.

EPITAFIO

En los bosques muertos
Los árboles
Son mártires.

LLUVIA ACIDA

Si en estos tiempos
Sorber el aire
Raspa la garganta
Y un trago más asfixia

Una gota de sed es suficiente
Para que la boca no se haga agua
Sino ceniza.

5

Hay que sembrar un árbol
Por cada estrella fugaz
Que pasa pidiendo un deseo
En los labios de los enamorados

Y por cada lluvia de estrellas
Que ven por primera vez
Los recién casados,
Deben sembrar un árbol

Cada vez que a los amantes
Se les haga agua el amor en la boca,
Deben plantar un árbol
Durante la luna más llena
De sus labios.

I

Será un día de tantos
Cuando principiemos a arrastrar
Nuestras lenguas en la tierra

Las uñas nos sangrarán
Escarbando su aridez
Con la esperanza de encontrar
Una raíz que almacene
Una gota de agua.

VI

Angustiados buscaremos
La providencia de una sombra
Donde resguardarnos
De nuestra obra infernal
Y sólo encontraremos
Vestigios fosilizados
De esqueléticas ramas
Allí donde las serpientes
Se enroscaban amorosamente
Y los jaguares acechaban
Con la salvaje sublimidad
De criaturas mitológicas.

IX

Más pese a todo esto
Amada
Aún tengo el sueño
Del invierno entre los ojos
Y la esperanza de poner
Una flor silvestre
Entre tu pelo.

Selección de textos. Roberto Cifuentes

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