Marco Trejo
Los Partidos Políticos tienen la oportunidad de limpiarse la cara con la propuesta de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), porque como están las reglas del juego se imponen los candidatos y no hay una elección como tal y como debiera de ser en un país que supuestamente vive en democracia.
Actualmente, los ciudadanos no sabemos porqué candidatos votamos y nos damos cuenta muy tarde porque sucede hasta que toman posesión en el Congreso de la República y es donde surge la controversia, porque vemos que asume un “personaje” que carece de honorabilidad y su carrera política no es la mejor en ningún aspecto que se vea y se quiera analizar.
Los “Partidos Políticos” ven los procesos electorales como un negocio, no como una forma de buscar desarrollo para el país, venden las curules en varios miles de quetzales y entregan las casillas al mejor postor. Los únicos que se benefician son los mismos “politiqueros”, quienes además son los caudillos de los vehículos electorales.
Esta novena legislatura es el mejor ejemplo que tenemos, la mayoría de “diputados” se han dedicado a velar por sus intereses o bien de grupos de poder a los que sirven, que por los intereses de los que realmente se deben, porque han sido elegidos para representar a las mayorías y eso no sucede ni por asomo.
La mayoría de los denominados “Padres de la Patria” no tienen ni la menor idea de lo que es ser un legislador y para muestra un botón las últimas cuatro leyes que han propuesto más parece un trabajo de un “güizache” que de representantes del pueblo.
En corrillos del Legislativo se sabe las “mañoserías” que cometen los diputados, quienes han llegado al colmo de convertirse en unos descarados por la forma de actuar y les importa un “comino” lo que hablen de ellos, por eso es tan importante este tipo de reformas para elegir diputados probos y con capacidad para hacer leyes.
Lo que se dice es que los “listados abiertos” no han sido bien recibidos por los personajes de siempre, esos que logran posicionarse entre las cuatro casillas importantes, que saben de alguna manera, van a salir electos y que les permite llegar a recuperar, con creces, el dinero invertido en la compra de la curul.
El Organismo Legislativo es uno de los poderes del Estado más importante y por eso es que se ha convertido en un “botín político”, que permite cada cuatro años, a sus integrantes ser uno de los nuevos ricos de este país, pero a costillas de unos impuestos que deberían ser invertidos en desarrollo social y que en estos momentos no sucede porque los únicos beneficiados son los “politiqueros” de siempre.
Este proceder hace que muchas personas no quieran llegar a manchar su nombre, para que los traten de lo peor y que sus familias tengan que asumir las malas decisiones de sus familiares, quienes pasan sin pena ni gloria el tiempo que permanecen en los puestos públicos. Eso sí salen del Legislativo con las manos llenas, de un dinero que no han generado y que simplemente han tomado al mejor estilo de los “piratas modernos”.
La forma como está aprobada la participación ciudadana es totalmente desbalanceada, hay una evasión a la fiscalización electoral, no existen controles verdaderos del Tribunal Supremo Electoral, que puede ser comparado con una caricatura de niños y si le sumamos que los “honorables magistrados electorales” han perdido reputación y credibilidad estamos en “trapos de cucaracha”.
Los congresistas no quieren perder el “status quo” y no se sienten cómodos con la idea que tienen que exponerse ante la ciudadanía, ya no podrán invertir millones de quetzales que van a perder por el simple hecho de que van a ser visibles ante los votantes, lo cual va a terminar con el juego político que se vive en este momento y que les permite llegar a un cargo sin el merecimiento para el mismo.
En el hemiciclo parlamentario vemos desfilar muchos diputados que solo llegan a levantar la mano, para que sean aprobadas leyes que dejan réditos a los que las impulsan o les conviene que pasen para beneficio propio. Los presidentes del Organismo Legislativo, se han convertido en “alfiles políticos” que han encontrado en la religión la mejor manera de encubrir lo que realmente son.
Los “Padres de la Patria” se han recetado comida, tecnología, seguros de vida y médicos, viajes, dietas, gastos de representación, seguridad, gasolina, vehículos y otras prebendas que deberían de pagar de sus bolsillos y en vez de eso tratar de hacer un buen trabajo (legislar) para mejorar la calidad de vida de los guatemaltecos.
Ellos (los diputados) son personas que fueron electas para cumplir un rol importante en la sociedad, pero si hacemos un análisis profundo nos vamos a dar cuenta que muchos han pasado por el Congreso de la República, sin pena ni gloria, pero eso si se han ido manchados con señalamientos de corrupción.