El nuevo cohete lunar de la NASA tuvo el sábado otra peligrosa fuga de combustible, lo que obligó a los controladores del lanzamiento a suspender su segundo intento de enviar una cápsula con tres maniquíes de prueba a fin de ponerla en órbita alrededor de la Luna. El vuelo inaugural fue pospuesto por semanas si no es que por meses.
El anterior intento, el lunes, para el despegue del cohete Sistema de Lanzamiento Espacial, de 98 metros (322 pies) —el más poderoso construido por la NASA a la fecha–, también tuvo problemas de fugas de hidrógeno, aunque menores. Esto además de las fugas detectadas durante ensayos de cuenta regresiva efectuados este mismo año.
Debido al revés más reciente, los directores de la misión decidieron retirar al cohete de la plataforma y trasladarlo a un hangar para hacerle reparaciones y actualizaciones a su sistema. Parte del trabajo y pruebas podría ser realizado en la plataforma antes del traslado del cohete.
De cualquier manera, se necesitarán semanas de trabajo, según funcionarios.
A causa del inminente periodo de suspensión del lanzamiento de dos semanas en apenas unos cuantos días, el cohete permanecerá en tierra hasta finales de septiembre u octubre. La NASA se abocará a un vuelo de alta prioridad de SpaceX con astronautas programado para principios de octubre hacia la Estación Espacial Internacional.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, subrayó que la seguridad es la máxima prioridad, en especial en un vuelo de prueba como éste en que todos desean verificar los sistemas del cohete “antes de que le pongamos cuatro humanos en su parte superior”.
“Sólo recuerden: No haremos un lanzamiento hasta que todo esté bien”, agregó.
La NASA ha esperado años para enviar una cápsula tripulada en lo alto de un cohete para que vuele alrededor de la Luna. Si la misión de prueba de seis semanas tiene éxito, los astronautas efectuarán un viaje para orbitar la Luna en 2024 y descender en ella en 2025. La anterior ocasión que astronautas caminaron en la superficie lunar fue hace 50 años.
La directora de lanzamiento, Charlie Blackwell-Thompson, y su equipo apenas comenzaban a cargar al amanecer los casi 3,8 millones de litros (casi un millón de galones) de combustible en el cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial cuando se presentó una enorme fuga en la sección de los motores, en la parte inferior.
Los controladores en tierra intentaron tapar la fuga del sábado como lo hicieron con las fugas menores previas: deteniendo y reiniciando el flujo de hidrógeno líquido ultrafrío con la esperanza de eliminar el espacio abierto alrededor de un sello en la línea de suministro. Lo intentaron dos veces y también vertieron helio a través de la línea, pero la fuga persistió.
Blackwell-Thompson finalmente detuvo la cuenta regresiva después de tres o cuatro horas de esfuerzos inútiles.
El director de la misión, Mike Serafín, dijo a la prensa que era muy pronto para decir qué causó la fuga, pero pudo deberse a un exceso inadvertido de presión en la línea de hidrógeno en las primeras horas cuando alguien envió los mandos a la válvula incorrecta.
“Ésta no era una fuga controlable”, dijo Serafín. El escape de hidrógeno rebasó en dos o tres veces los límites de inflamabilidad, agregó.
Durante el intento del lunes, varias fugas pequeñas de hidrógeno se presentaron en ese sistema y en otras partes del cohete. Los técnicos apretaron las conexiones los días siguientes, pero Blackwell-Thomson dijo que no podía saber si todo quedó fijo sino hasta el llenado de combustible el sábado.
Las moléculas de hidrógeno son extremadamente pequeñas, las más chicas de todas, y por ende pueden escapar incluso por el hueco o grieta de la más mínima dimensión. Los transbordadores espaciales de la NASA, ya retirados, eran muy afectados por las fugas de hidrógeno.
El nuevo cohete lunar utiliza el mismo tipo de motores principales.
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