Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Por lo general se considera que una persona es valiente cuando ejecuta acciones intrépidas. También, existen personas sin antecedentes de osadía, quienes han mostrado valentía cuando el momento así lo pide. Además hay quienes se jactan de ser valientes pero, cuando las malas nuevas llegan a sus vidas. No se atreven a ser sí mismos y a encarar los problemas.
La vida solicita gente valiente para vivirla, consciente de la necesidad de encarar problemas que atañen a todos. Pero en la cual, también existen, de mayor o menor manera, los particularizados a un alguien en especial.
Entre algunas definiciones proporcionadas por la RAE de valentía se encuentran las siguientes: Esfuerzo, aliento, vigor. Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor. En otro diccionario de referencia, encontramos como sinónimos de esta palabra; al coraje, valor, osadía, hombría, intrepidez, agallas, entereza, atrevimiento, denuedo y como antónimos: cobardía, miedo, timidez.
Es de considerar que todas las personas de manera independiente de su personalidad podrán ostentar en cualquier momento una u otra característica. Hay proezas valientes hechas con notoriedad y otras marginadas.
Es de considerar que la valentía lleva inherente una valorización inmediata de las circunstancias inhóspitas en las cuales la persona se observa y toma decisiones. Aunque, estas últimas hagan peligrar su vida desde la perspectiva física, emocional, familiar y social. Quién actúa por el seguimiento de un puro impulso, quizás no sea por valiente, sino por carente de elementos racionales que le ayuden a analizar el suceso. Por lo cual, para ser valiente, también se necesita de inteligencia y su utilización para la evaluación de riesgos, consecuencias y responsabilidades.
En un artículo que escribí hace algún tiempo, alguien comentó que todos de alguna manera todos somos pusilánimes. Cabe agregar a este comentario que también podemos ser valientes o cobardes. La vida se maneja en una gran gama de posibilidades.
Pero también, es cierto que para vivir la vida se necesita coraje y cuando las circunstancias que acontecen son para descalabrar a cualquiera. El coraje se convierte en una habilidad extraordinaria de personas ordinarias.
El coraje se necesita para comenzar, para mantener y para finalizar la empresa que se llama vida. Hay acciones activas que necesitan de valor para ser realizadas, pero también las existen de manera pasiva. El proceso de aceptar circunstancias de vida que no podemos cambiar, necesita de una alta dosis de valor. En momentos difíciles la existencia nos provee de un conocimiento personal posiblemente con anterioridad ausente. El valor o coraje significa seguir aún con el miedo que llevamos a cuesta. Amar nos proporciona fuerza suficiente para actuar con valor. También es manifestación de valor el tener coraje de defendernos a nosotros mismos, a nuestros seres amados y el bienestar de nuestra sociedad y nuestro mundo.