Por Jorge Santos
La historia reciente no oficial en Guatemala, nos enseña que los pueblos y su permanente movilización y popular ha logrado importantes avances, aún y cuando el impune y corruptor poder económico, político y militar se niega a la posibilidad de construir una nación y abandonar de una vez por todas la finca. Una de las más importantes movilizaciones sociales que permitió una profunda transformación del Estado fue sin duda la Revolución de 1944.
Lo que conocemos de la Revolución de Octubre es que las movilizaciones de distinta índole arrancan desde mayo de 1944, que llevan luego a importantes movilizaciones en la Ciudad Capital, en junio se producirá la renuncia del dictador, dejando en el cargo a un triunvirato. No satisfechas las demandas sociales luego de la dimisión, la población guatemalteca a través de distintos y diversos sectores sociales, gestan la Revolución que culminará el 20 de octubre con una asonada militar. De ahí lo que se conoce como la Primavera Democrática, con una importante participación popular se organiza un Estado que beneficia a las grandes mayorías y arranca su senda de modernización.
Luego las ampliamente conocidas jornadas de marzo y abril de 1962 emprendidas principalmente por estudiantes de educación media y universitaria contra Miguel Idígoras Fuentes, plagado de actos de corrupción, nepotismo y represión. La importante lucha social se desarrolló ampliamente en diversos departamentos del país. Estas jornadas aglutinaron a importantes sectores de la población tales como estudiantes de educación media, universitaria, obreros, campesinos, pequeños empresarios, mujeres, artistas entre otros. Esta movilización social y popular dio paso a otras formas de lucha que no culminaron sino hasta la firma de los Acuerdos de Paz.
Es ahora, frente a una rampante corrupción y la restauración de un Estado que garantiza la impunidad que la población necesita volver a tomar las calles, exigiendo la renuncia de los gobernantes, pero también exigiendo transformaciones profundas al sistema político y al modelo de desarrollo impuesto. Es por ello que se hace necesario que el movimiento social, popular y ciudadano alcance otros niveles de su movilización hacia una que articule, que profundice su demanda de transformación a partir de la construcción de una agenda política, económica y social clara.
Por lo tanto, este movimiento ciudadano debe ser el heredero de la histórica lucha de los Pueblos en Guatemala por su liberación y la construcción del bien común. Es decir, darle vida a las palabras que Manuel Colom Argueta refirió en torno a los hechos de 1962: “Marzo y abril fueron gestas populares, hechos populares, en las que el nivel de organización logró una resistencia contra un sistema antidemocrático y represivo. Pero no es un hecho aislado, forma parte de un proceso histórico social que no ha terminado aún, frente a un sistema de dominación de una minoría económica oligárquica, subordinada al capital extranjero, que aprendió a usar técnicamente formas fascistoides de represión para coartar el desarrollo de la organización popular por la liberación de los pueblos”.