Claudia Virginia Samayoa

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Claudia Virginia Samayoa
@tucurclaux

A Guatemala le urge: dialogar, perdonar y sanar. Una de las grandes promesas incumplidas del proceso de paz guatemalteco es la idea de conciliarnos para construir futuro. Para mí es una de las grandes razones por la que perdimos la democracia guatemalteca y transitamos hacia una clepto-dictadura. La ruta de la conciliación estaba planteada en los compromisos sustantivos de los Acuerdos de Paz y las recomendaciones de la Comisión de Esclarecimiento Histórico.

Tuve la ocasión de escuchar la solicitud de perdón emitido por el Papa Francisco como cabeza de la Iglesia Católica a las Primeras Naciones del Canadá y logré sentir por primera vez esa ruta hacia la conciliación en donde la verdad, la justicia y la reparación son parte esencial de una solicitud de perdón.

La historia de las Primeras Naciones canadienses es un tanto distinta de la de los pueblos indígenas del resto del continente. Para empezar, son reconocidas como pueblos con quienes realizaron con la corona inglesa y luego con el estado de Canadá varios tratados para la cohabitación. Sin embargo, esa relativa autonomía fue acompañada del proceso de colonización más brutal de la región. Los niños, niñas y adolescentes indígenas fueron obligados por siglos y hasta bien avanzado el siglo XX a entrar a escuelas residenciales, en su mayoría dirigidas por católicos, para su “educación”.

En dichas escuelas, los niños, niñas y jóvenes indígenas eran adoctrinados, en el sentido que se les obligaba a olvidar su idioma, sus costumbres y sus trajes, para encajar en la sociedad católica canadiense. Pero dicho adoctrinamiento era acompañado de vejaciones, violencia física y sexual de forma continuada que provocó la muerte de un número indeterminado de niños y niñas indígenas que nunca regresaron al hogar. Cuando regresaban a la sociedad, estos jóvenes no tenían ni las herramientas para enfrentar las consecuencias de la violencia ejercida en su contra, construir familia o integrarse a su comunidad nativa ni a la sociedad canadiense.

Ante esta evidente violación de derechos humanos, el Papa Francisco procede a realizar una peregrinación del perdón en varios territorios de las Primeras Naciones. No obstante, su obvia enfermedad, el Papa ha escuchado a quienes le han querido hablar y en su solicitud de perdón explicó la naturaleza colonialista y racista de la violencia ejercida contra la niñez y juventud indígena, aceptó el nombre de genocidio cultural que las Primeras Naciones le dan a lo ocurrido en las escuelas residenciales, describió las consecuencias y el dolor provocado en el momento y la revictimización que incluso su perdón produce. Tajamente, dijo que las personas que manejaron esas escuelas estaban alejadas del cristianismo y que no hubo nada en esa práctica que podía ser reconocido como tal. Para adelante ha ofrecido que la Iglesia cesará su actitud de no aceptación integral de los hechos y pasará a colaborar con los procesos de verdad, justicia y reconciliación. Aceptó que para muchos serán insuficientes sus palabras y acciones y que tomará mucho para obtener el perdón solicitado y que eso estaba bien.

Inmediatamente pensé en Guatemala y lo que tomará escuchar del poder una solicitud de perdón ante las graves violaciones de derechos humanos y la instalación de la corrupción. Cuando venga nos tendrán que pedir disculpas explicando lo que hicieron y sin condicionarnos. El perdón deberá reconocer lo que cientos de miles de guatemaltecos han vivido como víctimas de la violencia, como migrantes o como personas viviendo en pobreza extrema experimentan ¡Cuánto camino falta para llegar al perdón en Guatemala!

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