Trad. Marcelo Rodríguez Arriagada
martes noche
vedi come sono
ho da scrivere [tengo que escribir] dos o tres páginas para la reedición de un pequeño manual de Marta [Harnecker] (la chilena de la que te hablé un día, que tenía una especie de aire campesino, una muchacha alta de cabellos muy hermosos, y tú me habías dicho algunas palabras que significaban ¿pero por qué no te interesas en ella? Y de hecho, esas palabras tuvieron por efecto que sin interesarme en ella, fui muy gentil y la ayudé mucho: ella tenía – y tiene – una especie de genio pedagógico, y de regreso a su país escribió un pequeño Manual de materialismo histórico que dio vueltas por América Latina con un pequeño prefacio mío; ella reedita entonces (es la 6ª reedición) su pequeño Manual con importantes modificaciones, y me pide un nuevo prefacio que tenga en cuenta esas transformaciones.
Te das cuenta: tres pequeñas páginas para un libro que es muy claro y muy simple, esto no es nada de otro mundo! Y bien, después de horas no lo consigo: escribo diez líneas con gran esfuerzo, luego me detengo y rompo el papel, y recomienzo indefinidamente. Entonces, me he dicho: ¡mierda! escribir por escribir, tanto escribir de veras, tanto “tomar la pluma” para ti, veré si llego a alinear algunas palabras (y quizás en un instante seré incapaz y no recibirás nada de mí porque no habré podido escribir nada, pero al menos voy a tratar).
Hay que decir que el escribir me confronta también (aparte de mis fantasmas que me bloquean) a mi pasado teórico si me atrevo a decirlo así, y que me siento muy mal respecto de ese puto pasado teórico (este malestar naturalmente debe también pasar por algunas configuraciones fantasmales): eso significa que hoy no sé qué decirle a las personas, eso significa muy evidentemente que tengo el sentimiento de no tener nada que decir (lo que después de todo es el estado normal de la inmensa mayoría de las personas normales que no sienten el deber de escribir), mientras que las personas (a causa de ese puto pasado teórico) esperan algo de mí (en tanto que “personaje conocido”…).
¡Tú hablas de una situación! Y efectivamente tendría algunas cosas que decir, pero entonces ¿cómo decirlas ligándolas a lo que he dicho antes? Tengo la impresión de que todo se me escapa, que no puedo hacer la ligazón, ni asegurar las explicaciones necesarias para la ligazón. Resultado: permanezco seco y mudo. Sí, Marta: ella partió hace dos años o un poco más, no sé ya; y de cierta manera ella me hace falta, como me hacen falta todo el grupo de mis “jóvenes” con los que sostenía relaciones demasiado estrechas para no ser equívocas. Ellos eran (después, un número de ellos se ha alejado, algunos me han cubierto de injurias, han “renegado” de mí como “revisionista” …) como mi fuerza.
Marta también, pero de otro modo: ella escuchaba, yo tenía cosas que enseñarle, comprendía todo bien, tenía un sentido asombroso de organización, vivía siempre en departamentos arrendados colectivamente por grupos de latinoamericanos perseguidos en sus países, y en situación semi-irregular aquí, ella venía a verme a menudo, sabía quedarse un tiempo corto, era bastante bella, yo debía estar halagado de que ella lo fuera y viniera a verme, pero tenía su corazón en otra parte, con inverosímiles historias de amor que siempre marchaban mal y que, a falta de vivirlas bien, me las contaba bastante bien; ahora se ha convertido en un personaje bastante importante (no oficial) en los comités de acción popular que sostienen la acción de Allende en Chile, y hace siempre pedagogía política con el mismo genio (limitado, pero genio sin embargo).
¿Por qué te hablo de ella? Sí, a causa de estas tres páginas que no puedo escribir, luego a causa de tus palabras (que sin duda has olvidado) pero que han sido completamente determinantes para la acogida que yo le había dado y lo que de ello se ha seguido (y lo que no se ha seguido de ello). Sin embargo, yo podría hacer algunos cortos desarrollos sobre la teoría marxista, su unión con el movimiento obrero, el punto de vista de clase, etc., pero las palabras no están aquí, y el corazón no está en su lugar. Verdaderamente en esas historias de inconsciente (de las cuales los malestares vividos no son sino los efectos) las historias de lugares son determinantes: el corazón no en su lugar, manera de decir (el corazón eso no quiere decir nada: pero no en su lugar, eso quiere decir algo).
Tú sabes, un día (un día…) yo hablaré de la tópica, del hecho de que Marx (como Freud) presenta la realidad de la que habla disponiéndola en lugares (topoi), en lugares inconfundibles: aquí no es lo mismo que allá. Manera de marcar la diferencia (como lo hace nuestro amigo Derrida bautizándola différence) como dispersión, como “diseminación” (noción que D. tomó de Mallarmé) pero como distinción de las instancias, es decir, los lugares ocupados por poderes, poderes en el sentido fuerte de la palabra, es decir, de las “realidades” que ejercen una influencia, una eficacia, un poder (diferencias nodales activas, eficientes).
Lenin leyendo a Hegel se detiene (como un verdadero perro de caza olfateando a la presa) ante una expresión de Hegel: la red y el núcleo. Allí está todo: en el tejido universal (que Derrida y sus amigos pasan la vida en des-tejer y re-tejer, a de- y a re-componer la textura), lo que interesa a Lenin (después de Marx) igual como a Freud, son los núcleos, los puntos cruciales en que los hilos, en lugar de contentarse con jugar el juego de la trama y de la cadena (=tela o = texto, puesto que nuestros amigos amorosos de la diferencia escriben: texto = tela), los puntos cruciales en que los hilos se anudan en nudos, en ciertos lugares inconfundibles que están constituidos por esos nudos (no hay al comienzo la tela indiferenciada en su eterna diferencia, luego, en tal lugar de la tela, un nudo como un accidente, un subproducto de la tejido, un nudo que se encuentra en tal lugar de la tela, el nudo no es un efecto del lugar, un accidente del lugar, un azar del lugar: al contrario, es el nudo el que hace del lugar que él ocupa un lugar, su lugar, a partir del cual él actúa sobre los otros lugares)1.
No sé si me doy a comprender: primero, lo que te confío ahí es “top secret”, no lo digo a nadie, son mis armas de reserva para un día… te pido que lo guardes para ti – pero quizás la lectura de nuestro buen Genette (que entrega también a su manera en esta literatura que critico) puede sin duda darte por contraste de lo que tengo detrás de mi cabeza. Y si lo que te digo resulta bien (lo que está por verificarse y verse), eso tendría consecuencias medianamente importantes en no pocas cuestiones y permitiría comprender la insistencia increíble de Freud en hablar en términos de tópica, igual como Marx y sus discípulos, eso permitiría también comprender el tipo muy especial de la teoría de Marx y de Freud, quiero decir su relación (muy diferente de la relación que se constata en las otras ciencias) entre su teoría y su práctica (la práctica está como de antemano delineada en la tópica).
Eso permitiría comprender también por qué toda filosofía se inscribe también en una tópica (lo que arroja luces sobre la modalidad de las tesis filosóficas: profundamente prácticas, aun cuando sean conservadoras o reaccionarias). Eso permitiría quizás (¿?) poner un poco de orden en las pretensiones actuales de la lingüística, en su desorden y en el abuso que se ha hecho de ella, etc. Pero, ¿por qué te he contado todo esto, este “top secret”? Sí: a propósito de estas tres páginas para Marta que no puedo escribir. Pues no quiero escribir públicamente todo lo que acabo de contarte, ni siquiera adaptándolo y limitándolo al objeto de tres paginitas para un prefacio de un pequeño manual.
La dificultad de mi relación con mi pasado “teórico” pasa también (¡ay no solamente!) por ahí: tengo la sospecha de un presente-porvenir teórico, pero es todavía demasiado débil para que lo exponga a la luz del día (y aun para verlo frente a mí mismo). Para verlo frente a mí mismo: al escribir eso me imagino que es la primera vez que escribo esto (toda esa página sobre la tópica, las instancias, los lugares, los nudos y el tejido). Constato también que la primera vez que lo escribo es para ti. Estoy como sorprendido de haberlo hecho, y de haberlo hecho por ti. Decididamente entre la sorpresa y tú, debe haber cierta relación.
1 Nota marginal: “El nudo estructura el espacio”.
(Asocio y pienso de repente en los collares: en sus hilos, las perlas son nudos). (No sorprende – esta sorpresa – que te gusten los collares).
Bendita seas.