Juan José Narciso Chúa
El presidente Giammattei siempre hace uso de sus reacciones hepáticas y no puede controlar su temperamento para lo cual agenda una visita o caravana a Washington para juntarse nuevamente con aquellos grupos y organizaciones conservadoras que son las únicas que le escuchan y hacen eco de sus quejas y lamentos, así como reproducen como tambores de resonancia fielmente afinados para casi llorar al lado de un mandatario “poco comprendido”.
En esta ensarta de lamentos y lloriqueos, las organizaciones lo oyen, pero no creo que lo escuchan, porque en cada vuelta viene simplemente a decir lo mismo. Sus argucias, porque no son argumentos, van desde que Guatemala es un país pequeño pero soberano, de que a su Gobierno lo atacan porque está haciendo cambios importantes, de que es víctima de una conspiración urdida por diferentes grupos “comunistas” (como máximo) o “izquierdistas” (como menos), que pretenden tomar el poder y convertir a Guatemala en un país comunista y así sigue “quejón que es él”, gimiendo y llorando pero despotricando contra el “régimen socialista de Biden” y esperando el retorno del príncipe dorado y alado Trump.
Ciertamente, únicamente el Presidente Juan José Arévalo fue quien declaró non grato a un embajador de Estados Unidos y lo expulsó del país, pero la altura de Arévalo, la capacidad de este estadista, el nivel de conocimiento del país y el manejo político de situaciones realmente conspirativas con un gran número de intentos de golpes de Estado, fueron reales y no fantasías recreadas en mentes conservadoras y retrógradas como actualmente y menos cuando provienen de una verdadera conspiración de grupos heterogéneos pero con intereses similares en contra de su propia sociedad, la situación se hace mayormente compleja y difícil.
Las conspiraciones hoy vienen de los mismos que se encuentran en el poder, no se gestan en los grupos de oposición, quienes, al contrario, se encuentran buscando la “unidad progresista”, a pesar que todos sabemos que las elecciones no será la salida para esta autocracia que hoy se mantiene en el poder, golpeando a críticos y jueces y fiscales decentes, para hundir más a la justicia en una jaula imposible de romper.
Los últimos golpes institucionales poco a poco se vienen dando. Ahora pondrán a un PDH que se adscriba a sus intereses, así como se pliegue a sus designios y ahogue y atosigue toda protesta en materia de derechos humanos, lo que significará una institución que terminará siendo insulsa y falta de carácter para enfrentar a una autocracia que destila poder y perversión en sus actuaciones.
Los golpes de justicia continuarán siendo las características de este régimen oprobioso, sino vea estimado lector como liberan a diputados vinculados a la corrupción, como liberan al exalcalde de Mixco y su esposa, cómo la CC les otorga DPI a los Bitkov, cómo la Fiscal General destituye más fiscales que tienen el pecado de hacer su trabajo y seguramente de cómo la Corte Suprema de Justicia buscará por cualquier medio defenestrar al honorable Juez Gálvez.
La justicia de la autocracia que se encuentra instituida el día de hoy, se volcó contra la verdadera justicia imparcial e independiente y luego vendrán con un TSE compuesto por personajes siniestros y perversos, los impedimentos para candidaturas que puedan representar un voto popular masivo, para evitar perder el control de las elecciones generales del 2023, a pesar que desde mi particular punto de vista, las mismas constituyen un espejismo, nuestra problemática no se resolverá ahí, para nada.
Pero también intuyo que este grupo o bloque en el poder pretende un proyecto de largo plazo y no les importará aislar al país del concierto de las naciones, así como tampoco les desvelará las penas de la clase media y baja para sobrevivir, pero justamente esos podrán ser los factores que se reviertan en su contra. Mientras tanto, necesitamos un pueblo más atento y listo a participar para el cambio.