El mensaje enviado a la población por el presidente del Congreso, Luis Rabbé, es sumamente importante y digno de ser tomado en cuenta. Al ser requerido de información sobre los manejos que hacen en el Congreso con el personal, el funcionario dijo que aunque la ley le obligue a cumplir con hacer públicos los detalles, él no lo hará porque no puede poner en riesgo la seguridad del personal del Organismo Legislativo.

En otras palabras, la ley sale sobrando y olímpicamente es despreciada nada más y nada menos que por el Presidente del Congreso de la República. Eso quiere decir, entonces, que los ciudadanos podemos también mandar por un tubo las normas, cualquiera sea su jerarquía, de acuerdo a nuestra conveniencia porque, o todos hijos o todos entenados, pero no puede ser que para unas cosas se tenga que someter el pueblo a la majestad de la ley, pero que los diputados, empezando por el Presidente del Legislativo, tengan derecho a pasarse las normas por el arco del triunfo.

Que bonito que a los ciudadanos se nos exige someternos a la ley y acatar una convocatoria a elecciones en un sistema podrido sin que se permitan variaciones que nos ayuden a librarnos del yugo de la corrupción, mientras el señor Rabbé, haciendo gala de la mayor prepotencia, oculta información sobre los movimientos de personal en el Congreso aunque la ley le obligue a dar la información.

Acaba de estallar el escándalo de los trinquetes hechos con el personal de seguridad de uno de sus antecesores y curiosamente ahora se vuelve a negar información. La Hora ha pedido el listado de los asesores que tiene el señor Rabbé y tenemos todo el derecho, no sólo como medio de comunicación sino como parte de la sociedad guatemalteca, de saber cómo se manejan los fondos en relación con el personal. No olvidemos que existe en el Congreso uno de esos diabólicos pactos colectivos que obligan a subir cada año el sueldo de los empleados hasta por el diez por ciento, mucho más de cualquier índice de inflación, poniendo en peligro la estabilidad económica porque eso nos acerca a la situación que se vivió en Argentina cuando, por la misma irresponsabilidad gubernamental, se llegó a condiciones en las que para pagar sueldos de los empleados públicos hubo de recurrirse a la emisión monetaria sin respaldo, generando los famosos corralitos.

Pues decimos que si Rabbé dice que la ley le importa un pepino, es tiempo de que los ciudadanos también digamos que la convocatoria a elecciones importa un bledo y que mejor busquemos otra vía para reformar el sistema corrupto.

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