Por Ramiro Mac Donald
Introducción
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Miguel Ángel Gálvez ha venido actuado como juez de Mayor Riesgo B, conociendo numerosísimos casos de alto impacto. Hace unos días, denunció públicamente ser víctima de amenazas e intimidaciones tras la resolución que emitió en el proceso conocido como Diario Militar. Estas acciones provienen del Director de la Fundación Contra el Terrorismo (FCT), Ricardo Méndez Ruíz, quien por redes sociales buscó intimidarlo. Pero no se quedó allí, sino solicitó el retiro del antejuicio al juez Gálvez por el delito de prevaricato y una sumisa y pusilánime Corte Suprema de Justicia (CSJ) aceptó por unanimidad admitirlo para su trámite. Después de esta penosa situación, desempolvé un extenso análisis semiótico escrito hace algunos años en el que evalué el papel histórico de este funcionario judicial, en pro de la justicia. Extraigo, ahora, los principales conceptos de aquel más amplio estudio semiológico y, en breve, los expongo nuevamente en este nuevo contexto, pues me preocupa la integridad física del simbólico juzgador.
Objetivo del análisis
Según Charles Sanders Pierce, un signo puede ser un ícono, o bien un índice o un símbolo, por lo que existen signos icónicos, signos indiciales o también signos simbólicos. Estos elementos participan en cualquier proceso de comunicación y los vemos claramente en una obra de teatro, una producción cinematográfica o televisiva, pero podemos encontrar íconos, índices o símbolos hasta en un juzgado o en un tribunal. Por eso, la semiótica se permite definir de manera sencilla la relación simbólica que los signos tienen con el objeto que representan, o sea con su referente. Y desde esta perspectiva analítica buscaré descifrar la función sígnica que el juez Gálvez cumple como ícono y también como símbolo. Para el gran público, su rostro es fácilmente reconocible debido a que su imagen ha aparecido recurrentemente durante los últimos años en la televisión informativa, en diarios, revistas y redes sociales. Vale la pena destacar que el sistema mediático de Albavisión no cubre informativamente al juez Gálvez, porque sus resoluciones han afectado sus intereses.
Los signos icónicos
Pasemos a recordar una escena muy especial, cuando el juez Gálvez apareció en la majestuosa Sala de Vistas del Organismo Judicial, rodeado de cientos de carpetas y archivos las cuales eran constantemente consultadas por él, en el marco de un gran escenario, meticulosamente ordenado. Posiblemente fue la primera saga de un teatro jurídico televisado en vivo, del siglo XXI, en Guatemala. Ese espacio físico se asemejaba a un barco gigantesco. ¿Aparentaba a ser el Titanic de la corrupción? Sí, todos pensamos que iba a ser aquella nave que iba a hundirse para siempre. Aquella mítica embarcación de la cual teníamos la ilusa idea que, al desaparecer, se iría la terrible corrupción gubernamental, un mal endémico del país. El héroe de esta epopeya legal fue, indiscutiblemente, un entonces desconocido juez Miguel Ángel Gálvez, pero también una maquinaria bien aceitada llamada Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) en el marco de los casos de corrupción más emblemáticos durante sendos procesos de corrupción del gobierno de Otto Pérez y Roxana Baldetti. Casos que lloran sangre y aún hoy siguen sin resolverse.
Todos recordamos al juez Gálvez como un personaje notablemente sereno, con su expresar pausado. A veces sonaba muy reiterativo, sí, pues repetía y repetía argumentos, números de artículos…y citaba la fuente de donde había extraído cada uno. Para los que no sabíamos de esos aspectos formales, nos repiqueteaban muy extraño algunos términos que usaba, pero eran expresados como cátedra dictada por un experto. Semióticamente era un interesante ejercicio de intertextualidad legal, porque le permitía extraer el sentido interpretativo de las letras muertas de los códigos, impresas como textos formales y luego asociarlos con los delitos, las cargas o culpas de los implicados en ilícitos. Eso se denomina una semiosis intertextual. Por momentos, parecía demasiado insistente en ciertos puntos, pero Gálvez ni se agitaba, ni se inmutaba. Continuaba hablando y hablando con calma, sin detenerse. Es más, en una ocasión su discurso fue hilvanado durante varios días seguidos y solo suspendía sus intervenciones para ir a comer o para citar a todos los implicados, y que se presentasen al día siguiente. Su presencia, pese a su corta estatura, se imponía en aquella inmensa sala. Su figura estaba rodeada de solemnidad, siempre, atrayendo la atención de todos. Estas escenas eran inusuales en Guatemala antes del 2015 y fueron transmisiones maratónicas en vivo y en directo en los canales de televisión por cable o en diferentes radios informativas.
Miguel Ángel Gálvez dirigió esa complicada fase legal denominada Primera Declaración (de este proceso) que duró varias semanas y en la que más de 50 acusados fueron ligados al proceso criminal, unos quedaron detenidos y a otros más les aplicaron diferentes formas de libertad condicional, pero todos con fuertes sospechas; sospechas basadas en signos indiciales, muy bien documentados, de haber cometido gravísimos delitos. El caso fue bautizado por la CICIG y el Ministerio Público como “Cooptación del Estado”, porque una serie de personalidades, entre gubernamentales y empresariales; financistas, políticos y funcionarios electos y nombrados, literalmente tomaron por asalto al Estado guatemalteco para desfalcarlo y recibieron millones y millones de Quetzales.
Si usted recuerda esas históricas escenas, comprenderá que el juez Gálvez estaba cumpliendo el papel de un signo icónico ante la sociedad mediática que vivimos, en vista que sus cualidades físicas (únicas e irrepetibles) y su peculiar forma de hablar y de vestir, permitían reconocerlo cada vez que aparecía en los noticieros de televisión o se escuchaba su voz por las radios informativas.
Entre julio y agosto de 2016, en la sala de vistas, el Juez Migue Ángel Gálvez estuvo dirigiendo dichas históricas audiencias públicas. Y con el tiempo, ha demostrado que es un juez honorable y, en un sentido semiótico, ya no solo se representa a sí mismo como juzgador, sino ahora es un símbolo de algo más. Gálvez personaliza, en su conjunto, al constructo que todos quisiéramos como fuera la justicia guatemalteca. A ese ideal que deberían aspirar todos los jueces del país. Por eso, hoy su nombre y su figura se significan como una de las mejores y más sólidas piezas que tiene el sistema judicial de Guatemala. De las pocas incorruptibles.
Miguel Ángel Gálvez, como protagonista histórico de esas jornadas es ya un signo icónico, y posee la connotación simbólica que deberían aspirar sus colegas de profesión. Y en otra cualidad de los signos icónicos, al juez Gálvez se le puede identificar plenamente por su apariencia física, por sus gestos, por su oralidad peculiar, por su impecable capacidad de hilvanar acciones contra los delincuentes, por su sonrisa y su carácter firme. Pero también, se simboliza como algo más que solamente a sí mismo. Viene a representar al ideal más alto de La Justicia (así, ahora escrito en mayúsculas), pues se constituye en todo un símbolo, y en este caso concreto, un símbolo de esperanza por una Guatemala donde imperen la verdad y la justicia, y desaparezcan para siempre la impunidad y la corrupción.
Según la teoría semiótica de Charles S. Pierce, como algunos signos especiales, la existencia misma de este connotado juzgador se convierte en valor, transformado ya en un signo simbólico. Estamos hablando de que el juez Gálvez es en esencia un elemento sígnico valioso y por lo que es, se representa a sí mismo. Para ampliar más este concepto: el juez Gálvez como tal, tiene una esencia humana, pero hoy su existencia física ya es capaz de transportar semióticamente a valores de probidad, integridad, honradez, ecuanimidad. Por eso dice Charles S. Pierce que los signos pueden participar de sus tres esencias, con mayor o menor precisión. Y según el grado que determine la relación con su referente… así será catalogado el signo. Esto lo apuntó Pierce hace más de 100 años. Y se cumple en este caso.
Conclusión
Los guatemaltecos codificaron al juez Gálvez inicialmente como un ícono y luego lo han reconocido como un símbolo de idoneidad en el campo de la justicia. Según la semiótica, esto es debido a que los símbolos se desarrollan o nacen a partir de otros signos: de los indicios, de los iconos y luego evolucionan. El signo icónico y el índice, son reconocidos y los signos simbólicos son interpretados por los receptores. En este tema, dicho funcionario judicial ya pasó a la historia de Guatemala. Por eso, es indignante que la Fundación Contra el Terrorismo pretenda intimidar a este símbolo viviente, representante de lo que debería ser la Justicia guatemalteca, al frente de un juzgado tan transcendental. Pero es más preocupante lo actuado por los once magistrados de la CSJ que aceptaron darle trámite a la solicitud que busca quitarle el antejuicio, para procesar al juez Gálvez.
Ante estas amenazas, que tienen el objetivo claro de intimidarlo, hemos vuelto a realizar este ejercicio semiótico: aprovechando para explicar cómo funcionan los íconos, los índices y los símbolos, conceptos que nos heredó Charles Sanders Pierce, creador de la semiótica hace más de 100 años. Este fue un pequeño aporte académico basado en la función simbólica que viene desempeñando el juez Miguel Ángel Gálvez, con el objetivo de aquilatar –de nuevo- su extraordinaria labor judicial. Por eso, hemos acudido a la ciencia semiológica: para buscar revalorizar sus acciones éticas al frente de un histórico juzgado. También para recalcar la intolerancia de la FCT, así como la actitud medrosa de los once miembros de la CSJ que atendieron “mansamente” la solicitud de Ricardo Méndez Ruíz, para abalanzarse contra un funcionario probo y prestigioso socialmente, digno de toda nuestra admiración.