René Arturo Villegas Lara
Hace muchos años, tal vez unos veinte, me sorprendió recibir una llamada desde San Cristóbal Las Casas, en la región de los chamulas.
Cuando la atendí, resultó que era de Héctor Zachrisson, quien andaba en sus constantes correrías por conocer lo nuestro y ahora caminaba por senderos chiapanecos, enriqueciendo su vasta cultura y conocimiento sobre la civilización maya y la tribu de los lacandones. Cuando le pregunté que andaba haciendo por allí y en que jocotes podía servirle, me dijo que estaba interesado en comprar un libro de un escritor mexicano de apellido González, que escribió un libro de cuentos sobre Chiapas, cuando hizo su servicio de médico rural, en donde cuenta porqué una persona se puede llamar Pedro Gallina, Juan Coyote o Tomás Comadreja, según el animal que deje la huella en la ceniza regada en el patio la noche del parto. Pues como él llegó al jacal en bicicleta a atender a la parturienta y dejó la huella de la llanta, pues al chilpayate le pusieron Sebastián Bicicleta. Pues para eso el Bimbo me hizo la llamada.
Yo he tenido la suerte de tener amigos mucho mayores de edad y me siento orgulloso de mi buena suerte: Moncho Cadena, Bimbo Zachrisson, Ricardo Cancelo Osorio, Pepe Hernández Cobos, Carlos Palma; pues de ellos aprendía mucho por su sabiduría y amplia experiencia. Además, abogados honestos a carta cabal y dueños de una inteligencia extraordinaria. De Héctor no recuerdo cómo resultamos siendo amigos, y a pesar de ser mi maestro, nos tratábamos de vos, al igual que con Moncho Cadena, con quien cruzamos espadas en el Club Guatemala. Héctor fue un gran jurista, mentor de Fito Mijangos, Pancho Villagrán, Jorge Mario García Laguardia y de mi recordado amigo Arturo Fajardo Maldonado. Héctor integró la primera magistratura de la recién inaugurada Corte de Constitucionalidad y en las sentencias de las que fue ponente y en sus votos razonados, demuestra sus vastos conocimientos de la ciencia jurídica y en especial de la materia constitucional. Un abogado honesto, inteligente y de una cultura que no es común en el gremio. Pero, sobre todo, un patriota que desde su alejada soledad irradiaba su pensamiento progresista y se alineaba, creo yo, dentro de los ideales de la social democracia. Siento un gran pesar por la muerte del querido Bimbo Zachrisson; y si partir es una manera de morir, él ha muerto para siempre, aunque queda vivo su nombre y su virtud de un hombre ejemplar. Guatemala pesa menos.