Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Alejandro Giammattei y Miguel Martínez han venido haciendo de las suyas con el país y parte de su mérito ha sido que han sabido mover sus piezas al sabor y antojo. Una de esas piezas ha sido María Consuelo Porras, hasta hoy Jefa del Ministerio Público (MP).
El Presidente debe elegir de una lista de 6 candidatos en la que, a puro chaleco, metieron a Porras gracias a un amparo que otorgó la Corte de Constitucionalidad (CC) = Leyla Lemus. Que la metieran en la lista no estaba en los planes de Giammattei porque le era fácil lavarse las manos diciendo que la Comisión de Postulación le había pasado factura.
Pero como doña Consuelo, es una mujer devota de seguir en las tinieblas de la impunidad, movió sus fichas para amenazar al Presidente y su Centro de Gobierno porque al fin y al cabo ella sabe mucho de lo que estos han hecho desde enero del 2020 y con ello, logró que Lemus (que responde a Giammattei y Martínez) maniobrara para asegurar su inclusión.
El Canciller Búcaro estuvo en Estados Unidos y sondeó cómo sería la relación futura con nuestro principal aliado comercial si el Presidente reelegirse a Porras y al parecer no le gustaron las respuestas claras que entiendo se han limitado a repetir lo ya dicho: que EEUU perdió la confianza en ella y que en esas condiciones no pueden trabajar. Es una decisión de Guatemala tan como es decisión de los americanos decidir con quién trabajan.
Y entonces, por eso es que el Presidente se inventó eso de las entrevistas por semana porque así gana tiempo y si decide que Porras será el nuevo Allan Rodríguez, entonces tomará la decisión el día antes que Porras termine su mandato dejando a la doña en una complicadísima situación.
Si no la eligen y ella decide hablar, quedará confirmada como tapadera de la corrupción y la impunidad y por eso su mejor escenario es, en todo caso, dar a conocer lo que conoce de la pareja a la que hasta hace unas semanas ella juraba fidelidad vitalicia. Si acciona judicialmente, pone en serios aprietos al Presidente porque es un pierde-pierde. Si no la reelige, queda evidenciado y si la reelige, queda condicionado.
El tema es que Porras ha visto y ha operado las venganzas y por eso es que sabe que en la estaca en la que ella ha querido sentar a muchos, será sentada y tirada a los leones sin que haya alguien que vele por ella.
Eso es lo que le preocupa a Porras, porque se excedió en el manto de la impunidad y lo que empezó como un pacto con Jimmy Morales, se convirtió en uno de sangre (según ella) con Giammattei y Martínez pero resulta que el Presidente es un maestro para usar a la gente y cuando ya no le sirven, tirarlos como chenca de puro.
Giorgio Bruni, Allan Rodríguez y gente que se ha expuesto por él más de la cuenta, terminan en desgracia porque el Presidente debe responder a los berrinches de quien hoy es el poder tras el trono y como se está pensando en cómo gobiernan los próximos 4, 8 o 12 años, van moviendo sus piezas sin irse exponiendo mucho.
De esa cuenta es que sienten que elegir a Porras es sacrificar o poner en riesgo un modelo tan rentable que no vale la pena arriesgarlo todo por una señora que vive el mundo de la impunidad, porque al fin y al cabo, de esos hay suficientes ejecutores en Guatemala.
La duda entonces es, de consumarse la traición, quién será el ungido porque Giammattei tiene su gallo con quien ha convivido desde el 2006 (Jorge Luis Donado). Martínez hizo las paces con Felipe Alejos y por eso hay quienes venden que el próximo debe ser el magistrado que se ha prestado a cochinada y media (Henry Elias Wilson).
Pronto sabremos el desenlace, pero sin duda alguna, no quisiera ser Consuelo a quien la han tratado como chenca de puro a pesar que logró ser consagrada como la Santa de la Impunidad.