La disputa cada vez más intensa entre el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y Walt Disney World está poniendo a prueba los límites de su estilo de liderazgo combativo mientras envía un mensaje inequívoco a sus rivales de que prácticamente nada está prohibido mientras planea su futuro político.
El republicano de 43 años ha demostrado en repetidas ocasiones una gran disposición a luchar en sus 10 años de carrera política. Se ha vuelto en contra de exasesores y rechazó la reescritura de los mapas legislativos que elaboró la Legislatura de mayoría republicana, lo que obligó a los legisladores a aceptar una versión más del agrado de DeSantis e incitó a los grupos de derechos electorales a demandar. También se ha inclinado por tensiones latentes con Donald Trump, lo cual es notable para alguien que busca liderar un partido donde la lealtad al expresidente es un requisito.
Pero la decisión de DeSantis de castigar a Disney World, uno de los destinos turísticos más populares del mundo y uno de los mayores empleadores privados de Florida, llevó su mentalidad combativa a un nuevo nivel. Disney ha criticado una nueva ley estatal que restringe la educación sobre temas sexuales. En respuesta, DeSantis firmó una ley el viernes que despojará al parque temático de la autonomía de la cual gozaba desde hace décadas.
Para los críticos, incluidos algunos de su propio partido, un ejercicio de poder tan crudo sugiere que DeSantis está operando con una sensación de invencibilidad que podría atormentarlo posteriormente. Otros ven a un político ambicioso envalentonado por un fuerte apoyo en su estado y una montaña de efectivo de campaña aprovechando la oportunidad de avivar aún más las guerras culturales de la nación, convirtiéndose en un héroe entre los votantes republicanos en el proceso.
DeSantis buscará reelegirse en las votaciones de noviembre.
Disney provocó la ira de DeSantis por oponerse a una nueva ley estatal apodada por detractores como “Ley no digas gay” que prohíbe la instrucción sobre orientación sexual e identidad de género desde jardín de infantes hasta tercer grado. La ley respaldada por DeSantis ha sido condenada por activistas LGBTQ en todo el país como homofóbica, aunque la medida, al igual que otras que se ocupan de los atletas transgénero y la historia racial en las escuelas, se ha convertido en una pieza central de la estrategia política del Partido Republicano.
La resolución contra Disney, que entrará en vigor hasta junio de 2023, podría causar enormes consecuencias económicas para la empresa, las comunidades circundantes y las millones de personas que visitan el parque de diversiones de Orlando cada año.