“La vida empieza cada cinco minutos”
Andreu Buenafuente
Y en verdad así es… la vida empieza cada cinco minutos, pero en estos tiempos de los grandes avances tecnológicos ni cuenta nos damos. Simplemente vemos a la vida para aprender a vivir.
Y en esa parte del aprendizaje podemos avanzar o quedarnos en el intento. Ahí principia realmente el proceso de millones de personas que llegaron a la vida sin saber nada de la misma.
Y en estas fechas es cuando debemos de tener en cuenta que la vida nos la prestaron. No es nuestra y por lo tanto tenemos que cuidarla y no dejarla tirada en una esquina, en un callejón o en una carretera. En una barra, o en una cantina.
Y es que el gran dilema es que nos han encomendado a otras personas, como esposos, padres de familia, tutores y demás. En ese momento tenemos que recordar nuestra responsabilidad.
Pero… resulta que no atendemos estas premisas de vida y nos convertimos en irresponsables, con una “copa más” y es que ya “mañana tengo que ir a trabajar…” y mañana volvemos a recordarnos que “solo una copa más…”.
Y el encuentro con la vida se pierde y con ello, la vida, pero en esos momentos no tenemos certeza de lo que hacemos. Una viuda y los huérfanos que no pidieron venir al mundo.
La temporada es ideal para los irresponsables, pero igualmente para los responsables. Un acto de irresponsabilidad suyo puede dejar viuda y huérfanos, empeñando el futuro.
Esta es la temporada de manifestar a nuestra familia qué grado de responsabilidad tenemos y cuál es el grado de amor que manifestamos hacia ellos.
Muchas veces he insistido en esta columna que es muy fácil viajar al hospital, a la cárcel o en el último viaje al cementerio. Su grado de irresponsabilidad o de responsabilidad depende de usted. Pero siempre piense en su familia.
Como familia confiamos en usted. Confiamos para que esté con nosotros y podamos compartir la Semana Santa apegados a buenos principios y luego volver a las rutinas.
Son tiempos de recogimiento hogareño, de estar uno a uno con los hijos, esposa y resto de nuestras familias. Y cuando pasen los años usted podrá valorar esta actitud.
Qué agradable será que al culminar las actividades de Semana Santa junto a la esposa e hijos y resto de la familia como dicen los bomberos “sin novedad”. Su familia se lo merece.
Que no lo recuerden por el hospital, por la cárcel o lo peor el cementerio, a donde cada Semana Santa le lleven flores a su tumba.
Descanse, medite, comparta. Siga viviendo. Su familia estará feliz. Que esta época sea un encuentro con la familia y con la vida.