Sergio Penagos
En el caso de los regímenes autoritarios el poder lo ejerce un remedo de dictador que se cree ungido de Dios y reparte bendiciones a granel, apoyado por una coalición de mercenarios con ínfulas de políticos, guiados por corruptos y burócratas que tratan de evitar la libre participación política de la ciudadanía, inventando delitos y persiguiendo a jueces y fiscales probos y honestos. A menudo dicho régimen se apoya en un partido único; o una mescolanza de pseudo partidos comprados para constituir lo que llaman una aplanadora, permitiendo a veces cierto tipo de oposición ficticia, que no representa un contrapeso verdadero. Este es el tipo de autoritarismo más difundido en el siglo XX, particularmente en América Latina. El gobierno que se desempeña con este tipo de autoritarismo: no tiene una ideología elaborada, se apoya en un furibundo neopentecostalismo, no busca el bienestar de las personas y no trata de introducir mejoras en la sociedad. Su comportamiento es racista, misógino, corrupto y excluyente. Su mayor preocupación es distribuir el presupuesto nacional entre sus financistas de campaña, aliados y parentela.
También se presenta en forma de un autoritarismo populista, llamado cesarismo o bonapartismo, donde el poder se concentra en jefes o dirigentes carismáticos, que se apoyan en el manejo de la imagen y en los medios de comunicación masiva. Privilegian el contacto directo con la población y menosprecian, o pasan por alto, la ley y las instituciones, como verdaderos obstáculos para ese tan publicitado contacto con su pueblo. El totalitarismo es un fenómeno de reciente incursión en la formación de la geografía política contemporánea del siglo XX. Su aplicación atiende primordialmente a la creación de una ideología de supremacía política, social, religiosa, étnica o cultural, que permite al líder proyectar metas personales sustentadas en la sociedad general, lo cual le otorga legitimidad por medio de la fuerza y la intolerancia, hasta llegar a cooptar al Estado y se caracteriza por ser un régimen antidemocrático, donde el poder se unifica en una sola persona o un grupo reducido que sobreponen la razón de Estado a la razón humana, pretendiendo destruir las instituciones republicanas que representan una limitación para sus actuaciones dictatoriales.
Rige el mando y el poder vertical personificado en un líder que irrespeta la Constitución y Ley. Por su incapacidad administrativa, crea un ilegal Centro para que se haga cargo de la dirección del gobierno, siempre supeditado a la voluntad suprema de Dios, buscando controlar los tres poderes del Estado, a la prensa (con honrosas excepciones), al sistema de salud, al sistema educativo lo pone en manos de serviles e ineptos burócratas, para reducir sus facultades a la mera repetición de los contenidos que se utilizan para justificar el sistema y beneficiar a sus miembros, siempre en el nombre de Dios, como está ocurriendo en El Salvador. El presidente Bukele solicitó a la Asamblea Legislativa decretar Régimen de Excepción, de acuerdo al artículo 29 de la Constitución de la República. Inmediatamente, el Presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro, de Nuevas Ideas, convocó a Sesión Plenaria Extraordinaria, donde se aprobó con 67 votos a favor, cero en contra, 4 abstenciones y 13 ausentes la suspensión de garantías constitucionales, lo que según el Fiscal General de El Salvador, Rodolfo Delgado, facilitará una cacería de enemigos y resaltó que todos los fiscales están listos, porque es nuestro deber defender a policías y soldados y asegurarnos que estos delincuentes paguen por sus crímenes, recalcando: a los asesinos les esperan largas condenas, dado que no tendremos piedad contra los que están enlutando nuestro país. Por su parte la Policía Nacional Civil manifestó: continuamos con la guerra contra las pandillas y no vamos a retroceder, publicando una serie de fotografías de decenas de supuestos pandilleros detenidos en las últimas horas, los que serán puestos a disposición judicial. Bukele aseguró en sus redes sociales: mientras combatimos a los delincuentes en las calles, tratamos de descifrar lo que está pasando y quiénes están detrás financiando esto. De este modo, el mandatario asume que los pandilleros y sus crímenes son financiados desde el exterior. Desde que era candidato, sabía que no sería un trabajo fácil, pero estaba dispuesto a asumir el reto y de ser necesario, trabajar 24 horas los siete días a la semana.
Sé que mi labor no es quejarme, todo lo contrario, debo de darle gracias a Dios por permitirme enfrentar estos inimaginables retos, por darme esta enorme responsabilidad y por haberme escogido para ser su soldado y aquí estamos trabajando sin dormir y así vamos a seguir, hasta que esto mejore. Dios no nos dejará solos. Las medidas del Estado de Excepción serán implementadas por las instituciones pertinentes y anunciadas solo cuándo sea necesario. Para la inmensa mayoría de personas, la vida continúa normal. Dios nos bendiga a todos.
¿Coincidencia o similitudes de discurso, fanatismo y gobierno?