Cada guatemalteco ha vivido una historia única, aunque con ciertas similitudes, el conflicto armado interno, las islas urbanas, el miedo a represalias políticas que ha llevado a vivir en indiferencia, indefensión aprendida, depresión, traumas y mecanismos de defensa.
En este contexto psicológico, emocional y mental los expertos explican los orígenes, acciones, reacciones y consecuencias que vive en la actualidad la población del área urbana, del país de la eterna primavera con respecto a la participación política.
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LA POLÍTICA UNA ACTIVIDAD ARRIESGADA
La psiquiatra Lourdes Corado explica que la generación conformada por quienes fueron jóvenes en la época cuando existía más tensión por el conflicto armado interno, la guerra fría y el miedo o el terror al comunismo, quedaron con el temor a la participación política.
Explica que esa situación la entendieron como una actividad arriesgada para conservar la seguridad personal, porque se corría el riesgo de poner en peligro la vida. La radicalización, polarización izquierda-derecha, era tan severa, significaba tener enemigos.
De acuerdo con Corado, en esa época había desapariciones, relatos de sufrimiento, de las familias que tenían la experiencia de la forma tan cruel en que se resolvían una oposición al gobierno, que se volvió algo suicida.
Por consiguiente, se entiende que, para conservar algún grado de estabilidad psicológica, había que estar lejos de alguna posición política, eso provocó miedo a la participación ante el temor de poner en riesgo el bienestar personal y de las familias.
Agrega que eso conllevó que esa generación al convertirse en padres formase jóvenes que encuentran temor, miedo a involucrarse en actividades partidistas y hasta se ve como algo con lo que se pierde el prestigio personal o profesional, por las razones que sea, infundadas o difamatorias, ya que “antes era la seguridad”, afirma.
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POBLACIÓN CONDICIONADA EN LO POLÍTICO
También considera que en la clase media hay una población temerosa de accionar y provocar situaciones de riesgo en relación con las personas que están en gobierno.
En ese contexto, participar en afinidad se identifican con políticas gubernamentales, apoyando y validando a la figura de gobierno, seguramente puede resultar interesante para las personas que se sientan cómodas con estas, por lo que podría existir un mensaje que diga: bienvenidos a todos aquellos que apoyan lo que el gobierno hace y opinan que está bien.
Por el contrario, lo arriesgado sería considerar involucrarse en alguna postura de oposición, donde el mensaje puede ser más amenazante cuando se conduce en la actividad política en contra del gobierno.
Entonces luce como que meterse en política es una decisión que debe estar inspirada en fuertes motivaciones de un patriotismo muy alto, para renunciar a la vida privada y estar dispuesto y al desgaste emocional, ese es el mensaje que el gobierno pueda ofrecer a las personas que se conducen en oposición, advierte Corado.
LAS PERSONAS NO QUIEREN EMITIR SU VOTO
Otro factor asociado es en relación con los procesos electorales, sobre lo cual la psiquiatra Corado opina que para la participación ciudadana en los procesos de elección hay indiferencia, ya que una persona puede pensar “me levanto todos los días, voy a trabajar a una oficina, a una fábrica o a donde sea, yo igual tengo que ser independientemente de quién sea el presidente, alcalde o diputado”.
Hay una ciudadanía que está en una rutina de sobrevivencia, donde se es indiferente a quien ejerce el poder, ya que para fines prácticos “mi vida tiene que seguir siendo, con un cambio de presidente no va a haber ninguna diferencia”, y eso desincentiva para ir a ejercer el voto.
INDIVIDUALISMO GENERADO POR ISLAS URBANAS
Por su parte, el psicólogo Marco Antonio Garavito, de la Liga de La Higiene Mental, considera que en la ciudad no se ha salido del condicionamiento que los políticos han ejercido sobre la población. “Aquí hay consumismo, indiferencia, individualismo y distancia social provocada”, afirma.
Recordó que hace algunos años se vendió la idea, apoyada por la creciente delincuencia, que solo se podía vivir encerrados en garita y talanquera, forzando a los ciudadanos a gastar más para protegerse.
Explica que eso provocó una lógica de encierro, la ciudad se dividió en islas, todos encerrados y bajo el supuesto que, si están encerrados, están más seguros.
Añadió que según “eso quiere decir que los niños juegan pelota en las calles de sus colonias cerradas, están en la noche sin ningún problema, los vecinos hacen churrascos, parrandas entre los vecinos”; sin embargo, asegura que esto no sucede porque “un ciudadano que no se comunica con otro, es ideal en un país donde no se quiere que nada cambie”.
Agrega que la participación se da cuando se está en comunicación con otros ciudadanos y esa lógica de la seguridad fue muy intensa.
POBLACIÓN URBANA, POLÍTICAMENTE DEPRIMIDA
Corado también considera que se puede estar viviendo en indefensión aprendida, que es un síndrome que ocurre en personas que están tan desgastadas, siempre les pasan cosas terribles como “mi vida es tan ardua que ya no va a haber nada que me saque de esto, por lo que ya no me esfuerzo por querer cambiar algo, si lo que tengo que hacer es sobrevivir, indefensión”, explica.
Ese término lo acuñó Martín Seligman, de la Universidad de Pensilvania, autor de todo el movimiento de psicología positiva, quien explica los estados depresivos donde se hace lo mínimo por sobrevivir, al estar tan condicionado al malestar, sobre que las cosas no van bien, por lo que dejó de luchar por un mundo distinto, una expectativa de vida distinta.
Aseguró que lo anterior evidencia a una población afectada por el trauma de la guerra que deja aterrorizados, el poner en peligro la seguridad, quedando determinados por ese miedo y sin mucho ánimo de considerar creativamente o de una manera propositiva cómo resolver las circunstancias sociales macro, porque se haga lo que se haga, siempre se estará sometido a condiciones sociales adversas
De acuerdo con todas esas características se explica que hay una población urbana políticamente deprimida y traumatizada o con efecto traumático.
Cardenal no se muerde la lengua respecto al Gobierno.https://t.co/GsleDEUsET
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MERECEMOS UNA VIDA MEJOR
El psicólogo Garavito comentó que para poder salir de ese condicionamiento se debe estar consciente sobre el hecho de merecer una vida mejor. “Tenemos un país maravilloso, es naturalmente maravilloso, tenemos gente muy buena, entonces debemos tomar conciencia que tenemos un país que vale la pena”, sostuvo.
Por lo anterior “debemos estar conscientes que nadie nos va a regalar nada, pero merecemos vivir mejor, esta vida es una y se acaba, si no luchamos por vivir mejor, vamos a dejar a nuestros hijos y nietos una peor vida”.
Asimismo, aseguró que es necesario luchar por tener mejores políticos, ya que “a veces la población se da cuenta, pero está tan cansada que prefiere hacerlo en una lógica normal para cuidar la personalidad, si no puedo hacer nada, para qué me preocupo, mejor me hago el loco”, fenómeno que en psicología se le llama “mecanismo de defensa”.