El 13 de marzo de 2020, el presidente Alejandro Giammattei fue notificado del primer caso del COVID-19 en Guatemala durante un evento del MP. Foto La Hora/Presidencia

Ayer se cumplieron dos años de aquella llamada de opereta que marcó el “comportamiento falso, afectado y ridículo” del gobierno de Alejandro Giammattei, cuando en un montaje le llamaron por teléfono a medio discurso para avisarle del primer caso de Covid-19 en el país. De ese momento para acá todo ha sido igual, al punto de que somos uno de los países del mundo con menor cantidad de población vacunada porque el tema, de la vacunación simplemente importó cuando se pudo hacer el negocio con la compra de la vacuna rusa, esa que ni siquiera es reconocida por la Organización Mundial de la Salud.

En estos dos años se han perdido valiosas vidas, mucho más de lo que indican las cifras oficiales, y es momento de rendir tributo no sólo a nuestros muertos sino a aquellas familias que tuvieron que enterrarlos sin siquiera la oportunidad de despedirse.

Guatemaltecos de toda clase y condición sucumbieron ante la agresividad de virus mientras el país se detuvo de una manera que nadie hubiera imaginado apenas unos días antes y fue la inyección económica que significan las remesas lo que permitió evitar un colapso, aunque ahora el gobierno y las autoridades económicas regatean, ostentosos, ese resultado.

Nos tocó vivir uno de los momentos más duros de la historia de la humanidad en el que millones de personas han perdido la vida y mucha gente mostró su verdadero temple ante la adversidad para permitir espacios que nos fueran llevando, poco a poco, a una nueva normalidad en la que deberemos aprender a convivir con el virus y sus ya abundantes variantes. En los países desarrollados no sólo lograron una alta tasa de vacunación sino que además están ya produciendo y poniendo al alcance de los pacientes antivirales efectivos para el tratamiento del mal, lo que disminuye radicalmente el riesgo de muerte, aunque aún sigue siendo más elevado en personas inmunodeprimidas o para los de mayor edad.

Nuestra niñez, sobre todo la que depende del sistema público de educación, llevó la peor parte porque la incapacidad para ir a la escuela se agravó con la ausencia de medios para recibir clases virtuales, provocando un retraso educativo que difícilmente podremos superar porque se viene a sumar a las ya precarias condiciones del sistema controlado por la corrupción sindical y la también voraz incapacidad ministerial, como ocurre en Salud con la diferencia de que el personal médico y paramédico actuó heroicamente en esta pandemia.

Somos, sin embargo, un pueblo que en medio de su falta de aires con remolino mostramos capacidad para resistir y superar la adversidad y en esta pandemia, cuando las autoridades son comparsa de poderes fácticos, la gente lo ha mostrado con creces.

Redacción La Hora

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