Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Puede juzgarse el grado de civilización de un pueblo por la posición social de la mujer”

. Domingo Faustino Sarmiento.

Desde el momento en que un Estado, se tiene que organizar para tratar de equilibrar por medio de las normas, las falencias que la sociedad presenta en relación a una parte de la población, hay un problema social, pero cuando ese desequilibro no es un problema solamente de un Estado, y leemos y escuchamos que muchos, demasiados Estados tienen que intervenir para lograr esa ecuanimidad, estamos ante un macro problema, que incide negativamente en las relaciones interpersonales en esos estados, pero, cuando le sumamos a la ecuación, que el problema es histórico, se necesita además un día, no de celebración, debe ser de reflexión, y muy profunda.

Existen en la sociedad grupos sensibles, llamados así porque tienen debilidades en relación con otros grupos, reconocidos incluso jurídicamente, como los menores, que inclusive son reconocidos como incapaces para adquirir derechos y obligaciones, necesitando quien los represente, por esa misma incapacidad, se encuentran en algún momento en riesgo, y se necesita que el Estado cree programas y normas para asegurar esa protección, pero ¿Y las mujeres? Históricamente hemos sido consideradas seres inferiores, porque los niños en algún momento dejarán de ser niños y se harán mayores, pero las mujeres, siempre seremos mujeres, no existe un momento de emancipación y libertad, no existe una edad, aunque si tenemos responsabilidades, derivado de ese desacierto histórico social, el Estado ha tenido que intervenir para equilibrar un desequilibrio que no debió existir.

Hace algunos años, un 7 de marzo le pregunte a una trabajadora, ¿Qué va a hacer mañana? Y sabiamente me contestó: Trabajar, para eso luchamos, fue una frase lapidaria por la realidad que tenía y tiene implícita, puede parecer redundante que toquemos el tema del día de la mujer nuevamente, pero el fenómeno histórico que hemos vivido las mujeres para lograr sentir que nos encontramos en una mínima igualdad de condiciones como seres humanos, es lamentable que, hoy iniciando la tercera década del siglo XXI, no lo hemos logrado.

No se trata de una queja, es una realidad sentida, no de un día, de todos los días en los que seguimos luchando por ser una más dentro de los unos más, no es cuestión de lingüística, es cuestión de tener los mismos derechos, porque las obligaciones son superiores, hablaba con un amigo de la gran cantidad de mujeres que somos independientes económica, laboral y profesionalmente, con lo que ello significa, con lo que hemos logrado, y con lo que nos falta.

Hace algunos años me encontraba en una farmacia esperando que me atendieran, una dama que me antecedía se encontraba con su esposo, entregó la receta, y la persona que le atendió le dio un valor x, ella lo vio a él, y recibió el consabido reclamo por el gasto que significaba para él, el pago que iba a realizar, la señora se avergonzó y me dijo palabras más palabras menos, esto es lo que se tiene que vivir por no trabajar, me impresiona hasta el día de hoy.

Mi madre fue una de las mujeres más inteligentes que he conocido, soy bastante objetiva para hacer esta aseveración, porque para todos los hijos los padres son especiales, sin embargo ella fue un fenómeno en su tiempo y en su espacio, yo estaba condenada a no estudiar por ser mujer, y ella luchó con uñas y dientes para que mi padre dentro de su sencillez hiciera malabares para que yo, una niña del tercer mundo, condenada a un futuro incierto, pero nada halagador, fuera la responsable de mi propio destino, que fue bastante, ella era una niña mujer, y se preocupó tanto que nosotros sus hijos tuviéramos la oportunidad de un mundo diferente al que ellos habían conocido, que estas letras no serían escritas si no hubiera sido por ella, siendo yo, su primer experimento en la vida, me dio la enorme oportunidad de ser la responsable de mi suerte, responsabilidad que asumí.

El 8 de marzo no es importante porque sea el día de la mujer, porque no es el único día que tenemos conciencia de nuestra posición y situación, pero si es un día en el que se conmemora un acontecimiento doloroso, como dolorosa ha sido la historia de un sinnúmero de mujeres que han luchado en desigualdad de condiciones, algunas han salido avante, otras no, por las que no lo han logrado es necesario reflexionar que cuando un Estado, debe crear normas tutelares para equilibrar la balanza de la sociedad, significa que hay una parte débil en la misma, que la sociedad, no ha logrado nivelar, tanto que se tiene que utilizar el peso de la ley para lograr el equilibrio, significa, por lo tanto,  que la sociedad tiene problemas humanos.

La mujer es un ser capaz de amar tanto, que le duela el corazón, y de luchar tanto, que no sienta el dolor.

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