Candelaria Pom Ical es oriunda de Alta Verapaz, tiene 27 años y 4 hijos. Se le diagnosticó cáncer de cérvix por medio de una prueba de Papanicolau, en donde no se obtuvo un diagnóstico positivo, sino hasta la segunda ocasión. Ella es una más, entre alrededor de mil mujeres en el país, expuestas cada año al virus del Papiloma Humano (VPH), el principal causante de este tipo de enfermedad, que de no ser tratado a tiempo, puede ser mortal.
En Guatemala, la incidencia de nuevos casos de cáncer cervical uterino se estima en 1,555 (17.2%) y las muertes en 872 (9.1%) durante el 2020, de acuerdo con cifras del Observatorio Global del Cáncer Globocan 2020, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este es el segundo tipo de cáncer más común en las mujeres; el primero es el de mama; en tercer, cuarto y quinto lugar están el de hígado, estómago y leucemia.
En el mundo es una de las enfermedades más comunes con más de 570 mil nuevos casos y 311 mil muertes reportadas en 2018. Se estima que cerca del 85% de nuevos diagnósticos ocurren en mujeres que viven en países en desarrollo, las cuales tienen poco o ningún acceso a la prevención, de acuerdo con la organización Jhpiego que apoya en países como Guatemala.
Se sabe que este tipo de cáncer es prevenible en un 100% si las niñas de 10 a 14 años se aplicaran la vacuna contra el VPH. “Este biológico no es curativo, pero si se hace en tiempo, podría salvar miles de vidas”, explica la doctora Mirna Montenegro, de la Instancia por la Salud y el Desarrollo de las Mujeres.
Otro pilar en la prevención es el tamizaje y la prueba del Papanicolau, aunque en la actualidad, la tecnología médica sugiere reemplazar este tipo de pruebas, que resultan incómodas para la mayoría de las mujeres.
En el contexto del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora el 4 de febrero, Montenegro asegura que en el país se han logrado avances, siendo un ejemplo en la introducción de vacunas, tecnología en tamizaje y tratamientos; sin embargo, “hace falta expandir el acceso a las mujeres de las áreas rurales”, advierte.
Ampliar las metas de cobertura junto con el diseño de estrategias de comunicación es parte de los desafíos que se enfrenta para erradicar este tipo de cáncer, en el que tanto autoridades de salud como un grupo de organizaciones técnicas trabajan en conjunto para que más mujeres encuentren este soporte en el derecho de acceso a la salud.
ESTRATEGIA DE TRES PILARES
El cáncer de cuello cervical uterino se considera un problema de salud pública. Por esa razón, la OMS lanzó una estrategia mundial dirigida a acelerar la eliminación de esta enfermedad con base en tres pilares: vacunación, detección (pruebas) y tratamiento.
La entidad estima que, si se aplicara con éxito cada meta, se podrían evitar 5 millones de muertes de mujeres para el 2050.
• 70% de las mujeres son examinadas antes de 35 años y antes de 45 años mediante pruebas de alta precisión.
• 90% de las mujeres diagnosticadas deben recibir tratamiento.
VACUNAS, EL PRIMER PASO
El primer pilar consiste en la prevención con vacunas de VPH en niñas de 10 a 14 años, estrategia que comenzó en el 2018, cuando se logró una cobertura hasta del 70%, a través de visitas a escuelas. Sin embargo, a partir de la pandemia en 2020, se redujo la demanda por este servicio hasta el 40% de cobertura.
Señala que ampliar la cobertura requiere cambiar la estrategia en donde la demanda de este servicio era escasa, además que se deben aplicar dos dosis con un intervalo ideal de seis meses. En mujeres adultas, se utilizan tres dosis, aunque es más difícil que el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) garantice esa cantidad por mujer.
El MSPAS organizó cuatro grupos objetivos para la vacunación: niñas de 10 a 14 años; niñas con VIH; personal de salud relacionado con este virus, y mujeres de 27 a 46 años. “Pero este último grupo no es parte de la estrategia de la OMS, lo mejor en esa edad es tamizaje”, explica.
Además, existe una alianza de organizaciones técnicas que trabajan en la prevención del cáncer cérvico uterino (CACU), que integran el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), la Asociación de Ginecología y Obstetricia; Universidad de San Carlos, Asociación Alas, Asociación Fe en Práctica; el Observatorio de Salud Reproductiva (OSAR), la Orden de Malta y la Asociación contra el Virus del Papiloma Humano, que dan seguimiento a políticas, planes, datos y nuevas tecnologías.
TAMIZAJE Y TECNOLOGÍA
El examen de Papanicolau es conocido por la mayoría de las mujeres para evitar el cáncer de cérvix. Según la ENSMI 2014-2015, hasta el 84% saben de qué se trata, pero solo un 50% reconoció que “alguna vez” se hizo una prueba.
“Las pruebas deberían ser obligatorias, solo 12-16% de mujeres, la mayoría de las zonas urbanas tiene acceso a estas y en los laboratorios que examinan, los citólogos son escasos y desde hace muchos años se cerró la escuela especializada, por lo cual “los resultados llegan demasiado tarde”, afirma Montenegro.
Debido a esa limitación, es necesario incorporar tecnología en el tamizaje. Una de estas es la inspección visual con ácido acético (IVAA), que podría decirse se pinta con vinagre el cuello uterino para observar lesiones, las cuales tomarían un color morado oscuro.
Otro método es el de las pruebas de ADN-HPV, que permite identificar con más precisión el tipo de VPH y el riesgo de desarrollar cáncer. Expertos recomiendan utilizar esta prueba genética en lugar de la tradicional, aunque se utiliza a partir de una muestra de células del cuello uterino, no requiere de un “intérprete” o citólogo.
En el lenguaje popular la conocen como “prueba del cepillito”, porque la mujer sola se puede tomar la muestra y si sale negativa, los resultados están garantizados en un plazo mayor que la prueba tradicional.
El principal desafío es el acceso. La organización Jhpiego a través del programa Success ha donado alrededor de 110 mil pruebas de este tipo. El costo en el mercado local es de US$65 cada una. En el mercado internacional: US$12 a US$14. Por tanto, hace falta encontrar el mecanismo de compra en el MSPAS para abaratar los costos e introducir pruebas para más mujeres, incluyendo a las que padecen VIH.
MÁS ACCESO A TRATAMIENTOS
Las mujeres que padecen cáncer de cérvix pueden pasar hasta 20 años sin mostrar síntomas. Uno de los tratamientos efectivos en la primera etapa de la enfermedad es el uso de termocoaguladores, tratamiento a base de temperatura fría para tratar las lesiones por VPH.
El proyecto Success de Jhpiego trabaja en la donación de 130 aparatos de este tipo puedan ser distribuidos en los principales centros de salud del país.
Avances como estos muestran esperanza al igual que organizaciones como Fe en práctica, quienes acompañan a personas con cáncer de todo tipo para el diagnóstico y tratamiento en servicios públicos, lo que para Candelaria Pom Ical ha sido importante en su lucha contra esta enfermedad.
“El reto es que todo proyecto sea sostenible en el tiempo. Hace falta expandir los servicios, considero que quienes manejan este programa en el Ministerio de Salud muestran liderazgo y compromiso. Millones de mujeres en edad reproductiva lo valen”, sostuvo Montenegro.