Álvaro Pop
Cuando estaba finalizando el milenio (1999), un grupo indígena hacia cabildeo internacional con argumentos técnicos para el apoyo de los organismos financieros internacionales y las instituciones multilaterales para respaldar una reforma constitucional sólida y capaz de soportar un proceso de transformación histórica en Guatemala. Ante esta solicitud se encontró la coincidencia en la comunidad internacional de que el problema más grave era la corrupción gubernamental “más del 50% del presupuesto se pierde en corrupción” dijeron. Y el futuro sería más catastrófico si no se hacía algo contundente al respecto.
Así que los Acuerdos de Paz eran una oportunidad de cambio, la reforma constitucional y el Pacto Fiscal, herramientas de transformación nunca conocidas en esta “república bananera”. Pero fue solamente una esperanza que no duro más de diez años.
La corrupción gubernamental es el cáncer que destruye Guatemala. Destruyó los Acuerdos de Paz, la institucionalidad, la solidaridad que hace Nación; los principios constitucionales; el sistema de partidos políticos; la confianza en la política…
La corrupción siempre ha estado en este territorio.
Desde el contrabando a la Corona Española; el incumplimiento de las Leyes de Indias; el sabotaje al cumplimiento de las diferentes constituciones nacionales; la creación de privilegios a las grandes empresas (hay honrosas excepciones) entre otras situaciones.
Las ahora denominadas alianzas público – privadas tienen que “honrarse”, porque en el imaginario nacional se sabe que son la fuente más grande de corrupción desde siempre. Hoy la corrupción es una cultura nacional que se refleja en muchos aspectos y tienen resultados trágicos y sangrantes como la falta de medicamentos y atención en el sistema de salud; el descontrol en el transporte público, la atención clientelar de la inseguridad alimentaria, etc.
Enero 2022 se conocerá por los muertos que los accidentes viales han dejado. Y por la retórica de estar bien, de ser mejores que los mejores países del mundo; que el crecimiento económico es el éxito más grande. Se desprecia la razón autentica: es el resultado del maravilloso esfuerzo de los más de un millón de migrantes en Estados Unidos. ¡Gracias, hermanos y hermanas por enviar más de quince mil millones de dólares a nuestro país en 2021!
Están cambiando el paisaje de muchas regiones rurales que jamás han tenido inversión de empleo, salud y educación.
La migración no se explica si no se entiende la corrupción. Los migrantes son los héroes.
¿Pero qué hacemos para que esta inversión no sea con el dolor y sacrifico de nuestra gente? ¿Por qué no les otorgan prontamente pasaportes en los consulados de Estados Unidos, por ejemplo? ¿Por qué los funcionarios no hicieron acto de presencia activa en los lugares de muerte? ¿Por qué nadie del Congreso les fue a dar el pésame? ¿Por la corrupción? ¿O porque no estamos en campaña electoral declarada?
¿No sería una opción iniciar una negociación articulada de alto nivel de Honduras, El Salvador, Belice y Guatemala con los países del mercado más grande del mundo (EUA, México y Canadá)? ¿Esquipulas III? Debería tener el propósito organizar la inversión y cooperación en las zonas de origen de la migración (son las mismas de destino de las remesas en su mayoría indígena) de esta manera disminuirla y, darles seguridad jurídica y protección en los países del norte.
Todo pasa por la voluntad. Por ser solidarios. Pasa por ser valientes y enfrentar los bicentenarios poderes facticos que viven de la corrupción.