Víctor Ferrigno F.
El ejercicio de la soberanía y de la libre determinación de una nación no se puede delegar en otro país, so pena de perder ambos derechos fundamentales. Por ello, es un grave error del gobierno de Giammattei poner en manos de Taiwán el lobby con el gobierno y el Congreso de EE.UU. para “promover los intereses de Guatemala”.
Además, la mala imagen de la administración guatemalteca en las esferas políticas de la potencia del norte se debe a la galopante corrupción, a la cooptación de las instituciones de justicia, y a la impunidad estructural imperante. Por ello, será inútil que Taiwán contrate lobistas que intenten lavar la escena de los múltiples crímenes cometidos en el aparato gubernamental.
No es alarmista hablar de crímenes, cuando son miles los niños y pacientes que han muerto por la corrupción que fomenta el hambre y las carencias en el sistema de salud del país. Tenemos suelos, agua y clima para ser una potencia alimentaria pero, además de los muertos, exportamos hambre anidada en las tripas de las y los migrantes que huyen hacia el norte, buscando un horizonte vital, una vida digna. Todo ello por un sistema obscenamente injusto, que concentra la riqueza, excluye a indígenas y mujeres, roba los dineros públicos, promueve impunidad sistémica y expulsa lo más valioso que tenemos: nuestra gente.
Ayer, la prensa, el gobierno y la embajada de Taiwán, hicieron público que éste último país pagará casi 900 mil dólares anuales a la empresa Ballard Partners, para que preste un servicio de “consultoría y defensa estratégica”, para abogar sobre todos “los asuntos que el cliente considere necesarios y apropiados ante el gobierno federal” de EE.UU.
¿De verdad cree el Presidente Giammattei que los congresistas y funcionarios estadounidenses pueden ser confundidos por lobistas, al grado de olvidar a los diputados y operadores de justicia (incluida la Fiscal General) que ellos mismos han señalado como corruptos y antidemocráticos? ¿Podrá Taiwán y sus lobistas responder dónde está el dinero y las vacunas? ¿Sabrán explicar los representantes de Taipéi por qué los empresarios venales pueden evadir 20 mil millones de quetzales anuales en impuestos, privando a la ciudadanía pobre de comida, escuela, salud y futuro?
No, pueden ser corruptos pero no pendejos. Los funcionarios gubernamentales y Taiwán han tejido una alianza perversa, para que Guatemala siga siendo uno de los escasos trece (13) países en el mundo que reconoce a Taipéi, mientras el resto del orbe comercia e intercambia con la República Popular China, la segunda economía planetaria. Es por esta crítica situación que Taiwán esta dispuesto a hacer lo que le pidan, para no desaparecer como país, incluido intentar lavar la escena del crimen de lesa humanidad, que implica mantener un sistema que, en Guatemala, acusa los peores indicadores sociales del mundo.
Mientras el pacto de corruptos, con el apoyo de Taiwán, trata de ganarse el beneplácito de la extrema derecha estadounidense, la República Popular China ha incrementado enormemente su incidencia e inversión en América Latina. Según la CEPAL, entre 2005 y 2020, las empresas chinas y de Hong Kong realizaron 150 fusiones y adquisiciones en la región, que representaron un total de US$ 83 mil millones. Así, pasaron de ser el 1,7% del total de estos negocios en América Latina, a representar el 16,3% del total entre 2015 y 2019. Además, anunciaron 652 proyectos de inversión por un monto total estimado de US$ 75 mil millones.
A finales del año pasado, China estableció relaciones diplomáticas con Honduras y Nicaragua, y anunció una inversión en El Salvador por US$ 23 mil millones. Esta es la geopolítica del futuro, que posibilita una inversión extranjera directa 23 veces más alta que en Guatemala, mientras nosotros seguimos sumidos en chanchullos y güeveos.
En nuestra lucha contra el pacto de corruptos, y ahora que tantas amenazas nos acechan, hay que recordar la máxima de Sun Tzu, general y filósofo chino de hace 25 siglos: «Es cuando estás rodeado por todos los peligros que no debes temer a ninguno».
19 de enero de 2022.