Juan Jacobo Muñoz
Palabras clave
-ego: Instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos, los ideales y la realidad del mundo exterior. Coloquialmente, exceso de autoestima.
-egocentrismo: Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales.
-egoísmo: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
-egolatría: Culto, adoración o amor excesivo de sí mismo.
-egopatía: Conducta agresiva, violenta, que tiene como origen un fuerte egocentrismo que le lleva al desprecio de los demás.
-egotismo: Prurito de hablar de sí mismo.
El ego cuando es salvaje, es decir muy primitivo, corre el riesgo de un destino terrible. Gustos, aficiones y toma de decisiones, pueden ser indicativos de que alguien se sobreestima demasiado, se siente atraído por emociones intensas y tiene poca reflexión ante las posibles consecuencias de sus actos. Plantearse como el centro de las cosas conlleva no mostrar empatía por las personas del entorno y en esa posición egoísta ante la vida, se corre el riesgo de cometer muchos errores de juicio. Esta guía es un modesto intento por llamar la atención sobre el tema.
- Valore la realidad: Los hechos son tal como son, no se desgaste en construir versiones que le tranquilicen. Recuerde que sus miedos y deseos pueden falsificar las cosas. No atienda solo lo que usted siente y revise el mundo que le rodea. Trate de no tomarlo todo personalmente y acepte que usted no es lo más importante en el concierto universal.
- Aprenda a frustrarse: Nada sale exactamente como usted quiere; hay demasiados factores interviniendo para que sus expectativas se cumplan como las tiene planteadas. Es importante aceptar equivocarse y seguirlo haciendo en adelante en cosas distintas, nunca en las mismas; eso sería señal de que no ha aprendido nada.
- Atrévase a la incertidumbre: No quiera estar seguro para entrar en acción. Es imposible saber cómo saldrán las cosas. Su voluntad es deseable pero no garantiza el resultado. Acepte que actúa por actos de fe y nunca por certezas absolutas. Esto le ayudará a cumplir el paso dos.
- Soporte la presión: Las cosas pueden ser tensas, demandantes y en clave de dolor. Rehuirlas por incómodas retrasa el proceso de avanzar y naturalmente de crecer.
- Sea prudente con la satisfacción inmediata: Sentir rico a cualquiera le gusta, pero a veces el placer del momento evita procesos largos de experiencia y resultados más duraderos. Recuerde; no todo lo que relumbra es oro y no todo lo que es opaco carece de valor.
- Controle sus impulsos: Si la presión no se alivia provoca malestar, pero no es necesario que todo se vuelva literal y tangible. Atrévase a la imaginación más que a la materialización, o correrá el riesgo de irse de boca.
- Elévese: La energía es natural pero no tiene que salir pura y sin transformación. Déjela brotar intentando que el efecto sea útil y no solamente un alivio o una satisfacción pasajera.
- Trate de predecir el futuro: No es difícil visualizar a donde irá a dar una decisión. Generalmente está usted atendiendo cosas accesibles y no dividiendo el átomo. Procure revisar el destino lógico de lo que se le está ocurriendo.
- Prevenga: Si ha cumplido con los pasos anteriores, se le hará fácil evitar decisiones equivocadas o cometer actos imprudentes o injustos. Siempre es preferible prevenir que tener que lamentar.
- Aprenda de la experiencia: Sería demasiado soberbio no asimilar el dolor de los errores cometidos. La experiencia ganada favorece la humildad y la empatía, adaptarse mejor a las circunstancias de la vida y convivir con los demás.
Hasta aquí el pequeño decálogo, y una última sugerencia: buscar comprometerse con actitudes que tengan alma.