Mario Estrada fundador de UCN (izquierda), Sandra Torres secretaria de la UNE (centro) y Edwin Escobar fundador de Prosperidad Ciudadana (derecha). Los partidos que promovieron a estas figuras ahora enfrentan procesos de cancelación aunque más agrupaciones se encuentran en situaciones similares. Foto La Hora/Mario Estrada-Facebook/AFP/Edwin Escobar-Facebook

Ayer se dictó la cancelación definitiva del partido UCN propiedad de Mario Estrada, político preso en Estados Unidos por sus tratos con narcos a los que no sólo solicitó dinero para la campaña sino la eliminación de fiscales y potenciales adversarios en la contienda electoral.

Además se informó del inicio del proceso de cancelación de la UNE y de Prosperidad Ciudadana, casos que de conformidad con la experiencia en la forma de trabajar de este Tribunal Supremo Electoral, todavía van para largo y en el caso de la UNE puede ser maniobra para acelerar la reorganización de su Comité Ejecutivo a fin de darle todo el control a la protegida del TSE, Sandra Torres Casanova.

En todo caso, los diputados de UCN ya se cambiaron literalmente de camiseta, como se hace siempre en Guatemala, y seguirán operando en otra organización política de esas que presumen de ser partidos políticos pero que en la práctica no son más que grupos electoreros que no se convierten jamás en medios para la participación ciudadana en la política del país, como debiera de ser.

Y en ello está el problema de fondo de nuestro sistema político, porque lo que se constituye como entidades de derecho público son en realidad agrupaciones privadas generadoras de negocios en gran escala que arrancan con la venta de candidaturas y las tenebrosas contribuciones para la campaña, esas que son el meollo del control que ejercen los grupos poderosos, tanto de crimen organizado como de particulares, sobre las organizaciones políticas para asegurarse privilegios de todo tipo en caso de que se llegue a tener alguna cuota de poder.

A los ya existentes se sumarán varios de los 37 que hacen fila para ser autorizados y en casi todos los casos se da el mismo patrón de ausencia de ideologías o de principios y valores que sean el atractivo para captar afiliados, porque lo que se trata siempre es de tener el mínimo para no complicarse la vida con molestas asambleas municipales, departamentales y nacionales que pudieran actuar en legítimo ejercicio de la democracia para disponer sobre las postulaciones que se hacen.

La cancelación de UCN pone en el tapete la realidad de nuestro sistema partidario porque evidencia cómo es que operan los partidos y también cómo se reacomodan sus miembros cuando la entidad desaparece, sea por causa natural como ocurre la mayoría de las veces al no alcanzar los votos suficientes para subsistir, o por determinación del TSE en el rarísimo caso de que por recibir financiamientos ilícitos se tenga que llegar a decretar la muerte de la entidad.

Y la tardanza también evidencia cómo opera nuestro TSE que llegó a ser una entidad confiable para la ciudadanía, pero que ha caído en las garras de la cooptación como el resto de instancias del país.

Redacción La Hora

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