Cientos de violines, violas y contrabajos sonaron en la academia militar de Venezuela; luego se sumaron los instrumentos de viento de madera, los metales y las percusiones —y miles de músicos, en su mayoría niños y adolescentes, tocaron con un solo objetivo: lograr el récord de la orquesta más grande del mundo.
Los músicos, todos relacionados con la red de orquestas juveniles, interpretaron una pieza de Tchaikovsky de alrededor de 10 minutos al aire libre bajo la vigilancia de supervisores independientes con la tarea de verificar que los más de 8.097 instrumentos estuvieran tocando simultáneamente, lo que rompería la actual marca mundial. La red musical, conocida como «El Sistema» confiaba en reunir a 12.000 músicos.
«Esto significa que todos estos años que he estado con la orquesta han valido la pena, todas esas horas de ensayo, todas esas horas de estudio, que son muchas», dijo Angele Barraoeta, de 15 años, que toca la viola. Barraoeta ha sido parte de El Sistema desde que tenía cuatro años y suele tocar con un grupo regional de unas 230 personas.
«Es demasiada gente a tu alrededor, es una emoción increíble que formas parte de algo histórico. Esperamos romper el récord», agregó.
La organización autoridad global en marcas mundiales Guinness World Records determinará dentro de 10 días si se impuso una nueva marca. Más de 250 supervisores fueron asignados cada uno a un grupo de músicos para que estuvieran vigilantes durante el intento de imponer la marca. Para que los músicos logren una nuevo récord, se tuvo que haber contado a más de 8.907 músicos tocando al mismo tiempo la «Marcha Eslava» de Tchaikovsky durante un período de cinco minutos.
La oficina en Venezuela de la firma contable KPMG auditará los resultados. El socio administrativo Ramón Ostos dijo que el récord actual pertenece a un grupo ruso que interpretó el himno nacional de Rusia.
Los músicos, de entre 12 y 77 años, vistieron pantalón negro y camisa blanca, y tenían mascarillas debido a la pandemia, durante su intento por conseguir el récord durante un concierto de música patriota de una hora.
El repertorio incluyó «Venezuela» de Pablo Herrero y José Luis Armenteros, el himno nacional del país sudamericano y «Alma Llanera», una pieza de Pedro Gutiérrez —a la que los venezolanos consideran su himno no oficial.
A cada músico se le entregó un brazalete numerado y un asiento de acuerdo con el instrumento que tocaría, a fin de facilitar el conteo. La «Marcha Eslava» forma parte de la educación musical durante su paso por el sistema de orquestas juveniles. Comenzaron a ensayar hace dos meses con sus grupos regionales con vistas al concierto.
Si se rompe una cuerda no hay que dejar de tocar y si falla la partitura hay que tocar de memoria, recordó el director Enluis Montes a los músicos que mostraron su entusiasmo cuando se dirigieron tranquila y cadenciosamente a sus lugares.
Las normas que tenían que acatar incluían no compartir instrumentos y que los dirigiera un profesional. Ese honor correspondió a Andrés David Ascanio Abreu, cuya imagen fue proyectada en pantallas gigantes para que todos los músicos vieran sus indicaciones.
«Bueno, es un reto gigantesco, por supuesto, un reto muy complicado, pero lleno de muchísimo orgullo, de muchísima pasión», afirmó Abreu. «Y hoy estamos viendo aquí es una representación mínima al lado de lo que somos: somos 1 millón 12.000 niños, niñas y jóvenes en El Sistema».
Cuando terminaron de tocar la «Marcha Eslava», los músicos emitieron un grito de júbilo, levantaron sus instrumentos y agitaron banderas de Venezuela.
«La orquesta más grande del mundo», exclamaron.