El Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología fue, desde su creación, una entidad eminentemente técnica que los políticos durante décadas respetaron dadas sus funciones tan específicas, situación que cambió bajo el gobierno de Jimmy Morales y que llegó a extremos con Alejandro Giammattei. Se habla mucho de la burocracia, pero no se repara en que muchos de los servidores públicos son personas dedicadas al trabajo y que quieren hacer las cosas honestamente, con vocación de servicio. Así son la mayoría de técnicos del Insivumeh y debe haber sido muy duro caer bajo la dirección de ignorantes de todos los temas que maneja la institución, que fueron puestos allí sólo para robar y salpicar a los de arriba.
Es grave dejar que instituciones de servicio caigan en manos de la cleptocracia que domina al país porque ha costado mucho ir profesionalizando y tecnificándolas como para que, por hacer negocios, se desmantele todo el esfuerzo de décadas. Ya pasó con la Policía Nacional Civil y ahora vemos, con pruebas, que es el mismo caso del Insivumeh y si bien los ahora capturados son responsables, mayor responsabilidad tienen quienes los nombraron específicamente para que fueran a hacer negocios y dilapidar el dinero del pueblo.
La forma en que son protegidos los otros actores de primer orden, no digamos los de más arriba a los que llegaba buena parte de las coimas, es impresionante. Fue tan burdo el negocio que hasta este vigilante Ministerio Público no tuvo más remedio que actuar, acabando con el supuesto “invicto” que tenía Giammattei en cuanto a acusaciones de corrupción, pero para mantenerse fiel a su actual línea protege no sólo a dos diputados, uno de ellos ex ministro de Comunicaciones y el otro relacionado con la venta de los insumos, sino también a los que, un poco más arriba, también recibían su tajada porque hay que entender que nadie pasa sin saludar al Rey y al favorito de la Corte.
Los técnicos del Insivumeh deben haber sentido pena de ver el rumbo que impusieron a la institución porque con ello se puso fin a una tradición de respeto a una burocracia competente y responsable.