Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Una de las principales consecuencias que dejó la Guerra Fría en Guatemala fue la dicotomía del comunismo (liderado por la extinta URSS) vs el capitalismo (liderado por los Estados Unidos). Esa bipolaridad en la que estuvo inmersa una gran parte del planeta desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con el surgimiento de la OTAN (Organización del Tratado Atlántico Norte) y el Pacto de Varsovia, hasta la Perestroika rusa, la caída del Muro de Berlín y la posterior unificación de las dos Alemanias, caló muy hondo en nuestro país y fue transmitida a las siguientes generaciones.

Ahora en Guatemala, la dicotomía de la derecha-izquierda, el miwateco-chairo, y otras variopintas denominaciones, ha sido difundida principalmente en redes sociales bajo el anonimato que proveen los perfiles falsos y los netcenters, que, aprovechando la falta de instrucción que tienen las generaciones jóvenes en estos temas, dividen con mucho éxito a las nuevas generaciones con un falaz discurso de derecha vs izquierda.

Los derechistas, también conocidos como miwatecos, dicen que son capitalistas, aunque ni siquiera saben quiénes fueron John Locke, David Ricardo o Adam Smith, no digamos leer sus escritos o entender sus conceptos, como la “mano invisible” (éste viene de la astronomía, a la que era aficionado Adam Smith, no de la economía). Tampoco saben que existen múltiples variantes dentro de lo que se conoce como sistema capitalista, siendo la principal coincidencia entre tanta variante la propiedad privada de los medios de producción. Sin embargo, el amplio espectro de la derecha abarca desde los mercantilistas (cuyas empresas obtienen rentas adicionales por medio de privilegios y el cierre de fronteras) hasta los capitalistas de libre mercado (que creen en que ninguna empresa puede tener privilegios, sino que todas deben competir en igualdad de condiciones bajo las mismas leyes). Note, estimado lector, la enorme diferencia conceptual entre ambos sistemas, mercantilista y libre mercado, principalmente en lo que a intervención estatal se refiere. Muchos derechistas guatemaltecos abogan en realidad por un sistema mercantilista que en realidad privilegia el intervencionismo estatal y va en contra de cualquier principio de libre mercado.

Los izquierdistas, también conocidos como chairos (sobrenombre peyorativo de origen mexicano), dicen que son socialistas y también les ponen el mote de comunistas, aunque ambos sistemas (socialismo y comunismo) tienen diferencias conceptuales importantes. También dudo que la mayoría de izquierdistas hayan leído a Marx o a Engels. Dentro de las múltiples variantes que también existen en la izquierda, se encuentra el socialismo de mercado, el socialismo, el “socialismo” del siglo XXI y el comunismo, entre otras. En casi todas las corrientes socialistas (a excepción del comunismo) existe propiedad privada de los medios de producción con un nivel de intervención estatal en la economía que va de moderado a importante. En varios casos el Estado únicamente es dueño de sectores estratégicos de la economía, como el energético y el minero. Incluso la China tiene un sistema de gobierno comunista con una economía de mercado abierta. Muchos izquierdistas guatemaltecos creen que la solución a los problemas económicos del país es estatizar las grandes empresas, cerrar operaciones mineras e imponer precio tope para evitar alzas en los precios de los productos.

El objetivo principal de esta columna de opinión es hacer ver a mis estimados lectores que tanto la economía de mercado como el comunismo en sus conceptualizaciones puras no existen, además de ser inviables en la práctica. Nuestra propensión a caer en esta falsa dicotomía viene de atavismos cuyo origen se remonta a la guerra fría. En nosotros esta continuarlos o deshacernos de ellos.

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