Los líderes de las principales potencias económicas celebraban hoy la primera cumbre presencial desde el inicio de la pandemia del coronavirus con el cambio climático, la recuperación económica tras el COVID-19 y un impuesto corporativo mínimo global en su agenda.
El primer ministro de Italia, Mario Draghi, recibió a los jefes de Estado del Grupo de los 20 en el centro de convenciones Nuvola, en el vecindario EUR de la época fascista, que estaba aislado del resto del Roma. La primera sesión de la cumbre se centró en la salud mundial y en la economía, con una reunión lateral entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; la canciller de Alemania, Angela Merkel; el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, para discutir los próximos pasos sobre el programa nuclear iraní.
Draghi abrió el foro con un enérgico llamamiento a redoblar los esfuerzos para que las vacunas contra el COVID-19 lleguen a los países menos prósperos.
El líder italiano destacó que mientras que el 70% de la población de los países ricos ha recibido ya dos dosis, en los países más pobres ese porcentaje cae a apenas el 3%, algo que calificó de «moralmente inaceptable».
Draghi instó a los asistentes a cerrar un nuevo compromiso de cooperación multilateral: «Cuánto más avanzamos en nuestros retos, más claro queda que el multilateralismo es la mejor respuesta a todos los problemas que enfrentamos hoy en día (—) En muchos sentidos, es la única respuesta posible».
Italia espera que el G20 logre compromisos clave de los países que representan el 80% de la economía global — y que son responsables de casi la misma cantidad de las emisiones globales de dióxido de carbono — antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que arranca el domingo en Glasgow, Escocia.
La mayoría de los jefes de Estado y de gobierno que están en la capital italiana se dirigirán a Glasgow una vez finalice la cumbre. Los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, participarán de forma remota.
En la víspera de la cumbre, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que la COP26 de Glasgow podría fracasar por los todavía tibios compromisos de los grandes contaminadores y desafió a los líderes del G20 a superar los «peligrosos niveles de desconfianza» entre ellos y hacia las naciones en desarrollo.
«Que quede claro: existe un gran riesgo de que Glasgow no cumpla lo prometido», dijo Guterres a reporteros en Roma, agregando que los compromisos actuales de los gobiernos «siguen condenando al mundo a un calamitoso incremento de 2,7 grados» en las temperaturas globales.
Un reporte medioambiental reciente de la ONU concluyó que los anuncios realizados por docenas de países para alcanzar la «neutralidad» de emisiones en 2050 podrían, si se implementan por completo, limitar la subida de la temperatura global a 2,2 grados Celsius (4 Fahrenheit). Está cerca, aunque todavía por encima, del objetivo marcado en el Acuerdo del Clima de París de limitarlo a 2 C (3,6 F) con respecto a la época preindustrial.
El jefe de la ONU culpó además a las divisiones geopolíticas de obstaculizar los planes globales de vacunación para combatir la pandemia del coronavirus, y señaló que la acción «ha pasado a un segundo plano frente al acaparamiento y al nacionalismo de las vacunas».
Para tratar de abordar las desigualdades, Johnson anunció a su llegada a Roma el sábado que Gran Bretaña donará 20 millones de dosis de la vacuna desarrollada por AstraZeneca a países en vías de desarrollo. Unos 10 millones de dosis se han distribuido ya a través del programa COVAX, que cuenta con el respaldo de la ONU, y otros 10 se mandarán en las próximas semanas, explicaron las autoridades británicas.
El G20 celebrará probablemente un acuerdo: un impuesto corporativo mínimo global. Se espera que los líderes del grupo formalicen su compromiso de establecer una tasa mínima del 15% para 2023, una iniciativa que busca impedir que las multinacionales acumulen sus ganancias en las naciones en las que pagan pocos o ningún impuesto.
La iniciativa ha sido elogiada por funcionarios de la Casa Blanca como «decisiva» porque generaría al menos 60.000 millones de nuevos ingresos anuales en Estados Unidos, unos fondos que podrían ayudar a sufragar la propuesta de un paquete de servicios sociales e infraestructuras de 3 billones de dólares del presidente Joe Biden. La adopción del impuesto en el país es clave porque muchas multinacionales tienen su sede allí.
Además, se espera que Biden plantee preocupaciones por el desequilibrio en la oferta y la demanda en los mercados energéticos globales, dijo un alto funcionario de su gobierno que habló con reporteros el viernes bajo condición de anonimato. Según el funcionario, Biden destacará la importancia de encontrar una mayor estabilidad tanto en el mercado de petróleo como en el de gas, por el bien de una economía mundial que ya se ha visto azotada por la pandemia del coronavirus.
La cumbre ofrece una oportunidad para el diálogo gas porque incluye a delegaciones de grandes países productores — como Arabia Saudí y Rusia_, de grandes consumidores — Europa y China_, y de Estados Unidos, que está en ambos bandos. Pero los analistas dudan que pueda generar algún efecto inmediato.
Por ahora, la OPEP, liderada por Arabia Saudí, y sus aliados, incluyendo Rusia, llamados OPEP+, han ignorado los pedidos de Biden para incrementar la producción a más de sus 400.000 barriles diarios cada mes hasta el próximo año.