El 83,2 por ciento de los pacientes COVID-19 que recibían el alta hospitalaria presentaban criterios de riesgo de desnutrición y una pérdida de peso del 16 por ciento, según ha revelado el estudio ‘Nutricovid’, impulsado por el Grupo de Trabajo de Nutrición de la Sociedad de Endocrinología, Nutrición y Diabetes de la Comunidad de Madrid (SENDIMAD), con el apoyo de Nutricia (Danone).
Dicho estudio ha contado con la participación de 16 hospitales públicos de la Comunidad de Madrid. El informe ha determinado el alto impacto de la infección por SARS CoV2 en el estado nutricional, funcional y en la calidad de vida de los pacientes graves que estuvieron en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
La investigación ha analizado a 199 pacientes ingresados en la primera ola de la pandemia (1 de marzo-30 de junio de 2020) en un estudio observacional ambispectivo que ha realizado un seguimiento de un año tras el alta hospitalaria, con visitas a los tres, seis y doce meses. El perfil mayoritario del paciente ha sido hombre (70,4%) con una edad media de 60,7% años, con un periodo de hospitalización de 53 días y una estancia en la UCI de 23,5 días.
Así pues, el estudio recoge que los pacientes acudieron al hospital con un peso de 89,1 kilos y cuando abandonaron el centro hospitalario pesaban de media 74,1, por lo que perdieron 14,9 kilos durante su estancia, es decir, una pérdida de peso del 16,4 por ciento.
En este sentido, la médico adjunto de la Unidad de Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, Cristina de la Cuerda, ha señalado que el 58 por ciento de los pacientes eran obesos a su entrada al hospital pero a su salida solo el 22 por ciento lo continuaban siendo.
En relación con el riesgo de desnutrición y sarcopenia, la doctora ha destacado que el 83,2 por ciento de ellos tenían un riesgo de desnutrición mientras que en la visita del mes tercero, solo estaban en riesgo nutricional un 16 ciento y a los seis meses el cinco por ciento. Respecto a la recuperación de la masa muscular (riesgo de sarcopenia), al alta un 87 por ciento tenía riesgo de sarcopenia pero a los tres meses algo menos de la mitad continuaban con este factor (34%) y a los seis meses aún quedaban el 12,7 por ciento.
Asimismo, el virus afectó en estos pacientes a su total independencia, puesto que, tras abandonar el hospital, el 81 por ciento de ellos presentaban una dependencia moderada-grave para las actividades de la vida diaria. Más adelante, a los tres meses, aún el 37 por ciento continuaba siendo dependiente y a los seis meses el 18 por ciento.
«Esto implica que los pacientes tienen serias dificultades para mantener de forma autónoma su autocuidado (aseo personal, vestirse o desvestirse, alimentarse), en ocasiones masticar y tragar, y muy a menudo, se ven afectados en sus desplazamientos, como caminar, subir y bajar escaleras», ha comentado la jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid), Julia Álvarez.
Otras de las secuelas que se han observado en los pacientes son: deterioro de la movilidad (72%), dolor o malestar (63,5%), problemas para llevar a cabo actividades cotidianas (77%), para su autocuidado (52,2%) y depresión y ansiedad (42,1%).
«Son muchas las personas que viven en la actualidad con secuelas y síntomas persistentes tras haber padecido un cuadro agudo de COVID-19 y haber estado ingresados en la UCI. Debemos poder darles apoyo médico y seguimiento, así como continuar dedicando recursos a investigar y disponer de información para definir mejor cuál es su evolución a más largo plazo y qué tratamientos pueden ser útiles para mitigar estas secuelas y favorecer su recuperación», ha asegurado el director médico de Danone Specialized Nutrition, Gonzalo Zárate.