Los hábitats de la Tierra, desde los polos hasta el ecuador, tienen una gran capacidad para eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera debido a las reacciones de meteorización del nitrógeno de las rocas, no descubiertas hasta ahora, que distribuyen los fertilizantes naturales por todo el mundo.
Por ello, los investigadores subrayan la importancia de preservar estos ecosistemas en un artículo publicado en la revista ‘Global Biogeochemical Cycles’ por un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Cornell, la Universidad del Norte de Arizona y la Universidad de California en Davis, en Estados Unidos.
«El exceso de carbono ya está perjudicando a las personas, a las economías y a nuestro planeta –afirma Benjamin Houlton, autor principal del artículo y decano de la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida de Cornell–. Pero hemos estado disfrutando de una ayuda gratuita proporcionada por la Tierra -un gran sumidero de carbono en la tierra y en el océano- y, como sociedad, no estamos pagando por ese servicio de sumidero de carbono. Y ¿dónde está este sumidero y cuánto durará?».
Desde el inicio de la Revolución Industrial, la humanidad ha estado vertiendo dióxido de carbono en la atmósfera. Sin embargo, la tierra y su vegetación han estado absorbiendo de forma natural casi una cuarta parte del mismo. No fue hasta finales de los años 90 cuando los científicos descubrieron este sumidero de carbono terrestre. Como otra cuarta parte del dióxido de carbono va a parar a los océanos, la mitad restante permanece en la atmósfera contribuyendo al cambio climático.
«Nos enfrentamos a increíbles amenazas por el cambio climático y, a menos que encontremos vías para almacenar y secuestrar el carbono, la situación empeorará», advierte Houlton.
Durante el resto del siglo, los aportes de nitrógeno de fondo procedentes de la meteorización de las rocas y de la fijación biológica pueden contribuir de dos a cinco veces más a la captación de carbono terrestre que la contaminación por nitrógeno procedente principalmente de las actividades agrícolas e industriales, dijeron los científicos, considerando un escenario sin cambios.
«Anteriormente, creíamos que este sumidero de carbono terrestre era más vulnerable –recuerda el autor principal, Pawlok Dass, investigador postdoctoral de la Universidad del Norte de Arizona–. Ahora estamos sugiriendo que, debido al nitrógeno de liberación lenta no descubierto anteriormente, el sumidero de carbono terrestre seguirá siendo robusto».
Aun así, advierte de que la sociedad no debería bajar la guardia, ya que el uso de combustibles fósiles tiende a añadir un exceso de nitrógeno a la atmósfera, que en lugar de actuar como fertilizante, pasa por encima de los ciclos del carbono terrestre, que a su vez, contamina las masas de agua aguas abajo.
Según Dass, la reducción de este exceso de contaminación por nitrógeno puede mejorar la salud humana, el medio ambiente y la economía, sin poner en peligro los sumideros naturales de carbono terrestre.
Dass explica que, para preservar los sumideros de carbono, hay que conservar los lugares en los que la meteorización del nitrógeno en las rocas o la fijación biológica del nitrógeno son fuertes, como los bosques tropicales biológicamente diversos, las regiones montañosas y la zona boreal, que está cambiando rápidamente (toda la franja de bosques que se extiende desde Alaska hasta Canadá y Siberia, por ejemplo).
«Nuestro trabajo sugiere que la conservación de estos ecosistemas, que tienen capacidad incorporada para absorber el dióxido de carbono –subraya Houlton–, va a ser vital para asegurar que no perdamos el servicio de sumidero de carbono terrestre en el futuro».