El fallo de un tribunal israelí a favor de un judío que oraba en silencio en un conflictivo lugar sagrado de Jerusalén ha enfurecido a las autoridades musulmanas, que lo calificaron como una violación del frágil acuerdo que rige el recinto.
El complejo de la mezquita de Al-Aqsa es el tercer lugar más sagrado del islam y el más emblemático para los judíos, que se refieren a él como el Monte del Templo, porque era la ubicación de los antiguos templos judíos.
Se trata del epicentro emocional del conflicto entre palestinos e israelíes, y las tensiones que allí se producen contribuyeron a desencadenar una guerra de 11 días entre Israel y Hamas en mayo. Según los acuerdos informales, los judíos no pueden orar allí.
El fallo de un tribunal de primera instancia de Jerusalén se refería a un judío al que se le había prohibido el acceso al lugar durante 15 días, después de que la policía israelí lo sorprendiera orando en silencio.
El tribunal levantó la prohibición varios días antes de que se cumpliera el plazo, al considerar que el hombre, «como muchos otros, ora a diario en el Monte del Templo».
Señalando que lo hacía en silencio y en privado, el fallo decía que «esta actividad por sí misma no es suficiente para violar las instrucciones de la policía».
Los tribunales de primera instancia constituyen el nivel más bajo de la judicatura israelí y conocen de casos de delitos de poca importancia.
Según un antiguo acuerdo informal, los judíos pueden visitar el lugar pero no orar en él. El acuerdo se ha roto en los últimos años, ya que grandes grupos de judíos, incluidos nacionalistas religiosos de línea dura, han visitado y orado en el lugar de manera regular. El gobierno israelí afirma que está comprometido a mantener el statu quo.
Los palestinos y la vecina Jordania, que actúa como custodio del lugar sagrado, temen que Israel planee hacerse del recinto o dividirlo, como hizo con un lugar sagrado similar en Hebrón, en la Cisjordania ocupada por Israel.
La fundación islámica que mantiene Al-Aqsa calificó la sentencia de «violación flagrante» de la santidad del recinto y de «clara provocación» para los musulmanes de todo el mundo.