Hace más de un año, los trabajadores de salud de primera línea en la lucha contra el COVID-19 eran elogiados como héroes con ovaciones nocturnas desde ventanas y balcones. Ahora algunos llevan consigo botones de pánico en caso de agresión y deben retirarse su vestimenta de trabajo antes de salir a la calle para evitar el acoso.
A lo largo y ancho de Estados Unidos, médicos y enfermeros lidian con la hostilidad, las amenazas y la violencia de pacientes molestos por las medidas de seguridad cuyo objetivo es evitar que esta calamidad siga propagándose.
«Hace un año, éramos los héroes de la Salud y todos nos aplaudían», dijo el doctor Stu Coffman, un médico de emergencias de Dallas. «Y ahora en algunos lugares se nos acosa y se nos cuestiona y ridiculiza por lo que intentamos hacer, y eso es deprimente y frustrante».
El Centro Médico Cox de Branson, Missouri, comenzó a entregar botones de pánico a unos 400 enfermeros y otros empleados después de que se triplicaran las agresiones de 2019 a 2020 hasta llegar a 123, indicó una portavoz. Un empleado de enfermería tuvo que someterse a rayos X en su hombro después de un ataque.
Brandei Cliffton, portavoz del hospital, dijo que la pandemia ha provocado, al menos en parte, el incremento en el número de agresiones.
«Muchos enfermeros dicen: ‘Bueno, es parte del trabajo'», comentó Clifton. «No es parte del trabajo».
Algunos hospitales han limitado el ingreso del público. En Idaho, los trabajadores de enfermería aseguran que tienen miedo de ir a la tienda de comestibles a menos de que se hayan retirado la vestimenta de trabajo para no ser víctimas de acoso de parte de los enojados habitantes.
En un hospital de Coeur d’Alene, Idaho, algunas personas que no creen que el COVID-19 sea real han acusado a doctores y enfermeros de haber matado a sus familiares, aseguró Caiti Bobbitt, portavoz del hospital. Otros han sido víctimas de rumores hirientes propagados por personas molestas con la pandemia.
«Nuestros trabajadores de salud casi se sienten como si fueran veteranos de Vietnam; tienen miedo de integrarse a la comunidad al terminar su turno», recalcó Bobbitt.
Durante el fin de semana largo por el Día del Trabajo, un transeúnte en Colorado le arrojó un líquido no identificado a un enfermero que trabajaba en una clínica móvil de vacunación en los suburbios de Denver. Además, el conductor de una camioneta pickup derribó y destruyó letreros ubicados a un costado de la clínica.
Aproximadamente el 30% de los enfermeros que participaron en un sondeo realizado este mes por una organización que agrupa a sindicatos de enfermería en distintos puntos del país reportaron un incremento de la violencia en los lugares de trabajo, resultado de distintos factores como la falta de personal y el aumento en las restricciones a los visitantes. La cifra representa un incremento respecto al 20% de marzo pasado, según el sondeo de National Nurses United en el que participaron 5,000 entrevistados.
«Es una presión adicional sobre los trabajadores de salud que ya han estado experimentando demasiado estrés», dijo el doctor James Lawler, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Nebraska en Omaha, donde algunos doctores han recibido amenazas por internet.
En todo Estados Unidos, la crisis del COVID-19 ha provocado animosidad entre las personas de distintas maneras.
Varias personas han sido asesinadas a disparos por disputas respecto al uso de mascarillas en tiendas y otros espacios públicos. Han estallado intercambios de gritos y enfrentamientos en reuniones de juntas escolares. Este mes se registró una trifulca en un restaurante de la ciudad de Nueva York debido a que el lugar requería que sus clientes presentaran prueba de vacunación antes de ingresar.
El doctor Chris Sampson, médico de emergencias en Columbia, Missouri, dijo que la violencia siempre ha sido un problema en la sala de emergencias, pero la situación ha empeorado en los últimos meses. Sampson dijo que ha sido empujado contra una pared y ha visto a enfermeros ser pateados.