Las empresas que han informado a sus empleados que están obligados a vacunarse contra el COVID-19 aseguran que algunos indecisos se han puesto la vacuna desde entonces. Pero muchos continúan resistiéndose, un posible indicio de lo que sucederá cuando la obligatoriedad federal entre en vigor.
Incluso antes de que el presidente Joe Biden anunciara el 9 de septiembre que las compañías con más de 100 trabajadores debían exigirles que se vacunen, docenas de empresas como Amtrak, Microsoft, United Airlines y Disney enviaron ultimátums a la mayor parte de su fuerza laboral. Y compañías más pequeñas de Nueva York, San Francisco y Nueva Orleans tienen la obligación de exigir a clientes y empleados estar vacunados.
Las órdenes de vacunación parecen haber convencido a algunos trabajadores indecisos, pero los empleadores continúan enfrentando la resistencia de otros. United dijo el martes por la noche que comenzará a despedir a 593 empleados en los próximos días porque se han rehusado a vacunarse. Otras compañías están ofreciendo alternativas, como la realización de pruebas diagnósticas semanales o trabajo a distancia o muy separados de otro personal.
El mandato federal de vacunación abarcará a unos 100 millones de estadounidenses, entre empleados del sector privado, personal de salud y contratistas federales. El carácter forzoso de la vacuna es una táctica de alto riesgo del presidente para incrementar la tasa de inoculación en Estados Unidos. Alrededor de 77% de los adultos estadounidenses se han administrado al menos una dosis de la vacuna, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En agosto, San Francisco se convirtió en la primera ciudad importante de la nación que exigió a las personas mostrar que ya están totalmente vacunados contra el COVID-19 para poder comer en el interior de restaurantes, y los empleados tienen hasta el 13 de octubre para vacunarse. Akash Kapoor, fundador de la cadena de restaurantes Curry Up Now, dijo que más de 90% de sus empleados en su sucursal del centro de San Francisco ya están vacunados, y que uno o dos por establecimiento se han rehusado. Dispuso que los empleados no vacunados sean sometidos a pruebas diagnósticas dos veces por semana.
«Esto permite a los empleados vacunados sentirse seguros», señaló.
Alejandra Segura, de 28 años, coordinadora de aprendizaje y desarrollo en Curry Up Now, manifestó que estaba preocupada de que la vacuna le causara una mala reacción, así que no se la había puesto. Pero debido a la obligatoriedad cambió de parecer y recibió su primera dosis de la vacuna de Pfizer el 20 de septiembre.
«Es bueno que se nos obligue a vacunarnos para garantizar la seguridad de las personas», señaló.
«La experiencia indica que estas disposiciones obligatorias impulsan la voluntad de los empleados para vacunarse», dijo Laura Boudreau, profesora adjunta en la Universidad de Columbia, que estudia asuntos laborales.
Dijo creer que sólo una fracción de los empleados preferirán dejar sus trabajos, posiblemente aquellos ya cercanos a la jubilación y los que tengan una fuerte desconfianza hacia las vacunas.
El gobierno de Biden ha dicho que las compañías enfrentarán multas de 13,600 dólares por infracción, y que las pruebas semanales obligatorias serán la alternativa a los que no quieran vacunarse.
La pregunta de quién pagara las pruebas obligatorias, si los empleadores o el gobierno, continúa sin respuesta. En las próximas semanas serán elaboradas las normativas de la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional, la oficina a cargo de hacer cumplir la obligatoriedad de las vacunas.
Mientras tanto, los casos de COVID-19 continúan aumentando en Estados Unidos. El promedio de muertes diarias en un periodo de siete días rebasó la semana pasada el umbral de las 2,000 por primera vez desde marzo.