Pelucas, bigote falso, cirugía plástica y cambiarse de casa cada tres meses fueron algunos de los trucos que, según las autoridades en España, utilizó un venezolano experto en inteligencia para evadir una orden de arresto estadounidense.
Especializado en técnicas de espionaje, el exgeneral Hugo Carvajal cambiaba de teléfono frecuentemente y dependía de otros para que le trajeran alimentos. Sólo respiraba aire fresco en la noche, cuando salía disfrazado al balcón de su apartamento, el cual estaba lleno de plantas.
La persecución de dos años de Carvajal terminó el jueves por la noche, cuando la policía allanó un apartamento en ruinas en un tranquilo barrio de Madrid, donde encontraron al fugitivo en una habitación trasera con un cuchillo, en lo que describieron como un intento desesperado por evadir el arresto.
«El Pollo» Carvajal era una espina clavada para la DEA desde 2014, cuando fue arrestado en Aruba por solicitud estadounidense y salió libre después de que el gobierno del presidente Nicolás Maduro presionó a la pequeña isla holandesa en el Caribe.
Carvajal regresó a Caracas como un héroe antiimperialista, pero rápidamente fue relegado a un papel menor en el partido gobernante. Luego, en 2019, Carvajal rompió con Maduro en medio de una ola de disturbios antigubernamentales e instó a sus compañeros militares a apoyar a Juan Guaidó, el líder de la oposición que Estados Unidos acababa de reconocer como presidente legítimo de Venezuela.
Reapareció en Europa meses después, recibido en el aeropuerto de Madrid por dos agentes de inteligencia españoles tras viajar allí con un pasaporte falso, según reportó previamente The Associated Press. Desde allí, esperaba seguir conspirando contra Maduro.
Sin embargo, Carvajal se vio obligado a ocultarse por segunda vez después de que la Audiencia Nacional de España falló en 2019 que debía ser extraditado a Nueva York para enfrentar cargos federales de que trabajó con la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia para «inundar» Estados Unidos con cocaína.
Mientras huía, se rumoraba que estaba en Portugal o en el Caribe. Algunos venezolanos, siempre dispuestos a una buena teoría de la conspiración, creían que Carvajal ya estaba en suelo estadounidense revelando secretos sobre la participación del ejército venezolano en el tráfico de drogas o que había regresado a Caracas para hacer las paces con el gobierno que había prometido derrocar. Otros conjeturaban que lo protegía el gobierno izquierdista de España, que se ha apartado de la política de línea dura de Washington para tratar de aislar a Maduro.
La realidad era mucho más sencilla: el exdirector de contrainteligencia militar de 61 años nunca salió de Madrid. Su último escondite estaba a sólo 2.5 kilómetros (1.5 millas) de la sede de la Policía Nacional.
Gregorie comparó a Carvajal con otro jefe de espías que investigó, el exhombre fuerte de Panamá, el general Manuel Noriega. Ambos hombres, dijo, eran capaces de llegar a acuerdos con todas las partes y de frustrar la acción de la justicia.
La captura de Carvajal parece haber sido posible gracias a la inteligencia proporcionada por la DEA en junio, según un documento publicado el viernes por el diario El Mundo de España. En la carta confidencial de dos páginas, Dustin Harmon, un agregado de la DEA en Madrid, proporcionó a la policía el nombre y los datos de contacto de una mujer venezolana que, según él, era propietaria y vivía en el apartamento donde se escondía Carvajal.
La carta de Harmon también alertaba a las autoridades españolas que Carvajal era conocido por utilizar pelucas y otros disfraces, así como por someterse a cirugía plástica, para evitar ser detectado. La DEA no quiso hacer comentarios.
La policía española dijo que un perro era la compañía constante de Carvajal en lo que era una vida muy solitaria y restringida.
En un comunicado, la policía dijo que Carvajal cambiaba de escondite cada tres meses, utilizando propiedades en las que vivía enclaustrado, sin salir a las calles, por miedo a ser reconocido públicamente.
Un video difundido el viernes por la Policía Nacional de España muestra a fuerzas especiales allanando el apartamento, donde la presencia del prófugo había pasado desapercibida incluso para los residentes del edificio de 12 pisos.
Estados Unidos había ofrecido 10 millones de dólares por el arresto de Carvajal, anunciando repetidas veces la recompensa como una carnada con la esperanza de que algún allegado lo traicionara, pero hasta el momento se desconoce si alguien picó el anzuelo. Su esposa Angélica Flores, que vivía en Madrid con los cinco hijos de la pareja y otros parientes, no dio pistas.
El proceso contra Carvajal en Nueva York gira en torno a un avión DC-9 procedente de Caracas que aterrizó en el sur de México en 2009 con 5,6 toneladas de cocaína empacada en 128 maletas.
También incluye una acusación de que Carvajal proporcionó a los rebeldes colombianos armas automáticas y protección dentro de Venezuela.
El exgeneral ha desdeñado las acusaciones. Dice que sus contactos con las FARC —designadas como organización terrorista por Estados Unidos— fueron autorizados por el entonces presidente Hugo Chávez y se limitaron a asegurar la liberación de un empresario venezolano secuestrado y a allanar el camino para las conversaciones de paz con el gobierno colombiano. También sostiene que las investigaciones judiciales en Venezuela y México nunca lo vincularon con el avión cargado de cocaína y que el propietario de la aeronave respalda su coartada.