Hugo Gordillo
Escritor

Alemania pierde la guerra que provoca. Carga con la vergüenza de la derrota y debe pagar los platos rotos, aunque no cumple con los castigos económicos impuestos en el Tratado de Versalles. En la nueva República hay despertar cultural y político, a pesar de una crisis económica sin precedentes, caldo de cultivo revolucionario. Para los artistas, primero es la vida y después el arte. Por eso denuncian a los políticos, militares y burgueses provocadores y beneficiarios de la guerra.

El Movimiento de la Nueva Objetividad desarrolla obras con contenido social y político. La mayoría de sus integrantes ha vuelto de las trincheras. Usan la sátira y la ironía caricaturesca contra el gobierno y la explotación capitalista. Otto Dix, sobreviviente con herida en el cuello, refleja la vida estamental alemana. En el tríptico “Metrópolis”, retrata a la alta sociedad prostituida que se regodea en los nuevos cabarés y a los mutilados de guerra rechazados por las prostitutas que atienden a quienes pagan por el servicio, cuando un pan cuesta miles de millones de marcos.

Los billetes sirven para tapizar paredes o son barridos como basura en la calle. Por el mismo camino transita George Grosz, que caricaturiza al emperifollado funcionario de pensiones para mutilados, al desgraciado sobreviviente de guerra, al trabajador explotado y al comerciante que se aprovecha de la situación en el mercado negro. Max Beckmann, acostumbrado a ver el dolor y la muerte cara a cara como enfermero en las trincheras, pinta cuadros espantosos. “La Noche” se inscribe en el contexto del triunfo de la Revolución de Noviembre en la Alemania violenta, donde criminales torturan, violan, estrangulan y descuartizan a una familia en un encerrado ambiente de sufrimiento y muerte. Pero el sueño de cambiar al hombre y a la sociedad mediante el diseño del ambiente y los objetos urbanos lo tienen tres arquitectos que sucesivamente dirigen la “Bauhaus” (casa en construcción) una escuela donde se enseña desde encuadernación hasta arquitectura, pasando por carpintería, diseño, escultura, fotografía y pintura en vidrio… Ahí comulgan artistas y artesanos en unidad con teoría y práctica.

 

Algunos edificios de “Bauhaus” son patrimonio de la humanidad, según la UNESCO. Su mobiliario se universaliza y permanece en el tiempo, como la silla de tubo de acero, la curva y la plegadiza. Todo este arte nace bajo la premisa de que “la forma sigue a la función” como una unidad entre el uso y la estética. Dirigida por Walter Gropius, la primera escuela (Weimar) tiene que cerrar porque los profesores promueven ideas marxistas y son acusados de libertinaje por la vida que llevan maestros y estudiantes. La segunda (Dessau) dirigida por Hannes Meyer y Van Der Rohe es acusada de ser una fuerza política con élite roja por el terrorista Partido Nacional Socialista en ascenso.

Rohe abre una tercera escuela (Berlín) y la acusación de bolchevique y anti alemana le llega desde el Estado, ahora sí, con el fascista de Hitler en el poder, hasta que los creadores de la escuela se van al exilio. Bolchevique y anti alemana la “Bauhaus”, pero el fascismo usa sus diseños para mostrar la modernidad alemana ante el mundo. Albert Renger Patzch es el genio de la Nueva Fotografía. Con sus obras exactas y precisas defiende el carácter artesanal fotográfico ante la experimentación de los vanguardistas. En su libro “El Mundo es Hermoso” intenta conectar a la gente con las cosas a través del detalle, el retrato y el paisaje industrial o natural a través de fotografías perfectas.

Aplastadas las huelgas y los movimientos comunistas, Alemania es aceptada en la Sociedad de Naciones, inicia su Edad de Oro con una nueva moneda y créditos de Estados Unidos. Los cines se llenan para el estreno de “El Ángel Azul”, (1930) primera película sonora de Europa que refleja la decadencia moral de la burguesía. En el filme un profesor reprende a sus estudiantes por ir a un cabaré a ver a Lola Lola, pero él mismo cae en las telarañas de la cabaretera interpretada por Marlene Dietrich, convertida en símbolo sexual de su época tras saltar al cine norteamericano.

El dramaturgo Bertolt Brecht rescata el teatro de la decadencia, sujetando el sentimentalismo con la razón. Sacude auditorios de los que exige una actitud reflexiva, más que una actitud emocional, en obras como “Tambores en la Noche”, que retrata la represión sangrienta del Levantamiento Espartaquista que quería “todo el poder a los consejos de los trabajadores”. Los escultores Karsch y Marcks esculpen obras naturalistas, la mayoría destruida por el Estado del Führer, que organiza una exposición itinerante con obras de “arte degenerado” como una burla contra artistas de vanguardia.

Paralela a esta exposición, el fascismo organiza otras con el arte permitido, el nacional socialista, el alemán puro, aunque la del arte prohibido tiene millones de visitas más que el oficial. Las pinturas, las esculturas, las xilografías, las fotografías, los libros, las cintas que Hitler no destruye y quema, son reducidas a nada por las bombas de los aliados. El fascismo como partido y la Nueva Objetividad como movimiento estético nacen el mismo año de 1920. El primero acaba con el segundo y desaparece, pero está resurgiendo entre las cenizas en su forma de racismo, para desgracia de este mundo.

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