Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

La situación sanitaria que actualmente se vive a nivel mundial, requiere además de la inoculación correspondiente, del cuidado de los mismos seres humanos. Ya los debates rebosantes de señalamientos sin sentido social caen en desinterés de la ciudadanía, la que enfrenta dos crisis paralelas: la sanitaria y la económica, lo que implica la búsqueda de una salida equilibrada, lo que sin duda es sumamente difícil para toda acción, sin embargo debe ser el objetivo de quienes influyen con ánimo de interés social, pues sin esta última motivación humana no podemos esperar tal objetividad que viene siendo similar a la búsqueda de la perfección, algo así como apuntarle al sol, para pegarle a la luna; de lo contrario no estamos más que frente a un escenario politiquero sin sentido.

El mundo vive una etapa de escalada de contagios, con el uso generalizado ya de la mascarilla, con procesos de inoculación, pero visiblemente con un total irrespeto a los aforos establecidos y además convenientes. En tal sentido y con las recomendaciones médicas hasta ahora conocidas y con sentido común, es de suma urgencia que los aforos permitidos y prudentes sean revisados no solo por la autoridad, sino por los mismos usuarios de los espacios comunes; tal atención podría evitar los cierres innecesarios, pues los mismos afectan a la economía ya tan golpeada en el globo terrestre, a excepción de quienes lucran con la salud de los seres humanos.

Encontrar el equilibrio entre mantener la actividad económica y cuidar de la salud debe ser el norte de todos los seres humanos; el COVID con sus variantes ha llegado para quedarse y obliga a modificar conductas; sin embargo, las acciones observadas en plena pandemia como: reuniones sociales, hacinamiento en espacios laborales y en el transporte colectivo, entre otros; muestra al ser humano tal cual es: soberbio, ante una peste que crece con precedentes de hace un siglo. En consecuencia, mientras se logra un control de la pandemia el respeto a los aforos es una medida que no se ha seguido, con la cual se evitaría una gran cantidad de contagios: para ello se deben conjugar varios aspectos, entre ellos: la firmeza de la autoridad en el respeto a las medidas preventivas, prudencia de las personas en beneficio de su protección personal, y lo más difícil en una sociedad deshumanizada: la conciencia de quienes con ánimo de lucro propician tales imprudencias, sin reparar que tales actitudes pueden tener un efecto de boomerang de la manera menos esperada.

Para evitar la propagación del COVID entonces, debemos mantener una distancia prudencial entre seres humanos, usar la mascarilla que afortunadamente ya está generalizada, priorizar espacios abiertos y ventilados, vacunarnos cuando nos corresponda, entre otras con sentido común; con esas medidas atendidas debemos seguir con las actividades económicas que permitan llevar el sustento a nuestras familias, en un mundo donde quienes se adapten a nuevas conductas podrán sobrevivir. Si los debates públicos, privados, políticos, gubernamentales y demás, no apuntan a la búsqueda de las conductas equilibradas, dada la realidad sanitaria global, no están sirviendo al bien común.

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