Las letras O P E N aparecen coloridas en cuatro monitores contiguos de TV, invitando a entrar a explorar lo que estuvo cerrado más de un año. La pieza da título a la nueva exposición del artista conceptual venezolano Yucef Merhi, «Open» (Abierto), que se inaugura el jueves en The Bonnier Gallery en Miami.
Es una de 15 obras con las que Merhi, un pionero del arte digital recientemente seleccionado para una beca de investigación de MIT por dar nuevo uso a dispositivos y aparatos electrónicos considerados obsoletos, pretende llevar al espectador a la reflexión.
«La hice este año a la par de la conceptualización de la exposición y utilicé la palabra ‘Open’ porque es justamente lo que nos corresponde hacer en este momento. Es volver a abrirnos, es salir del encierro en el que estamos y que es no solamente físico sino también emocional», dijo Merhi a The Associated Press en una entrevista reciente vía Zoom desde Miami, donde reside.
Las otras piezas incluyen desde una instalación sobre la compasión con televisores CRT y consolas de Atari, hasta un videojuego tragicómico, «Artificial Stupidity» (Estupidez Artificial) de 2019, en el que el presidente Nicolás Maduro debe capturar banderas venezolanas sólo para ver cómo se convierten en emojis de excrementos.
«Compassion», creada en 2020 en medio de la pandemia, encabeza la muestra.
«En ese año estuve reflexionando como muchas otras personas, haciendo mucho trabajo de introspección, y en una de esas meditaciones recibí esta frase: ‘Compassion is the divine compass’, ‘la compasión es el compás divino'», dijo Merhi. «Para mí esa palabra ha sido de gran valía en mi vida porque fue lo que de alguna manera cambió mis hábitos y mis conductas inmediatamente frente a la alimentación y frente al trato con otros seres vivos», añadió el artista, quien es vegetariano.
La instalación está constituida por cinco televisores transparentes que pertenecieron a presos en distintas cárceles de Estados Unidos y que Merhi adquirió mayormente en subastas. Cada monitor está conectado a un Atari, que a decir del artista también fue una hazaña conseguir, y para cada uno creó un cassette con una palabra de la frase elegida programada. Los aparatos están dispuestos en forma de T invertida, sobre escalones, y la lectura puede hacerse de manera lineal — Compassion is divine (la compasión es divina) — o total.
Merhi recordó que la primera vez que experimentó la compasión de manera consciente fue en la ciudad de Mérida, en la región andina de Venezuela, donde vivió de 2008 a 2011. Sus «vecinos inmediatos» eran vacas, «seres hermosos, sagrados para muchas culturas», en los que reconoció identidad, memoria, temperamento… «Eran muy juguetonas, muy sensibles, muy sensoriales. Un día al verlas jugar sentí algo que no había sentido antes, como una ráfaga corporal total de amor», expresó. Y desde entonces no pudo comer más carne.
Otra obra que también hace uso del lenguaje es «Sorry» (Perdón), un video generado por computadora en 2015 en el que se revela esa palabra a partir del movimiento orgánico de líneas que remiten a un petroglifo.
Merhi explicó que quería abordar cómo usamos esa palabra, desde dónde se manifiesta, cuál es la intención. «¿Es una intención orgánica… o es una palabra que repetimos como una muletilla, que no tiene ningún valor más allá de expresar una mediana empatía por el otro por algo que hicimos? Pero si se dice con una intención profunda, puede ser una palabra que te transforma, puede ser una palabra liberadora, puede ser una palabra incluso de conexión con el otro… Y yo creo que pedir perdón es fundamental en nuestro proceso de sanación», afirmó.
Artista, poeta, programador e investigador académico, Merhi, de 44 años, tenía apenas 8 cuando le practicó ingeniería inversa a su Atari 2600 y lo convirtió en una computadora programable en Venezuela. Años después, en 1998, hackeó la cuenta de correo electrónico del presidente Hugo Chávez y la base de datos de CANTV, la principal proveedora de telefonía e internet del país, y a partir de los documentos y datos que consiguió — incluyendo emails enviados a Chávez por El Chacal y otras figuras públicas — creó instalaciones de carácter inmersivo en Los Ángeles, Nueva York y París, entre otras ciudades. Incluso la expuso en Caracas una vez, en la Fundación Sala Mendoza, de manera anónima. (Actualmente puede verse en Oolite Arts, en Miami Beach).
La muestra en The Bonnier Gallery incluye el estudio de una instalación similar, «No Fly Security», compuesta por informes oficiales, testimonios y datos filtrados de la lista de prohibición de vuelos creada y mantenida por el Centro de Detección de Terroristas (TSC, por sus siglas en inglés) del gobierno estadounidense. La lista identifica a personas a las que se les prohíbe tomar aviones comerciales para entrar o salir del país. La obra, según el programa de la galería, pone en evidencia los errores cometidos inicialmente por la agencia, así como la lucha de muchas personas cuyas identidades fueron erróneamente incluidas allí.
«Hay documentos de personas que denuncian los abusos de los agentes en distintos puertos de Estados Unidos», dijo Merhi. «Es una manera de poner en evidencia los grandes errores del sistema, cómo se maneja la información a ese nivel».
El artista, que vivía en Nueva York cuando fueron los ataques terroristas del 11 de septiembre, considera que «todavía estamos digiriendo qué pasó y por qué pasó y yo creo que esta lista tiene ese dolor, esos atributos trágicos que siguen reverberando y produciendo eco en el mundo a través de esos interrogatorios, a través de esas acusaciones infelices, a través del amedrentamiento de personas que no tienen absolutamente nada que ver con este tipo de acciones terroristas o ilícitas».
«Open: Yucef Merhi» estará en The Bonnier Gallery hasta el 20 de noviembre. Un tour virtual está disponible en https://www.thebonniergallery.com/.