Las evidencias que ofrecen los datos recogidos alrededor del mundo son contundentes en cuanto a que aún frente a la nueva variante Delta, más contagiosa y causante de mayores complicaciones, las muertes se producen básicamente entre personas que no han sido vacunadas que son, también, quienes producen demanda masiva y creciente de camas en los hospitales, situación que se da en Estados Unidos con un sistema eficiente de salud, no digamos en Guatemala con su paupérrima oferta en el campo hospitalario.
Aquí tenemos dos problemas serios que el gobierno no ha sabido enfrentar. Por un lado está la estafa que hicieron los rusos con la vacuna Sputnik V que envían a cuenta gotas, haciendo que el país dependa de las generosas donaciones de otros países, especialmente de Estados Unidos que se ha convertido en el mayor donante. Pero hay también otro factor y es el de la resistencia de muchos guatemaltecos a vacunarse por muy variadas razones pero, sobre todo, por la desinformación que se ha generalizado respecto a irreales efectos secundarios que las teorías de conspiración asignan a cualquiera de las vacunas que hay para enfrentar el Covid.
Y no se ha visto ningún esfuerzo serio, aparte de esas inútiles campañas propagandísticas musicales en las que gasta dinero el gobierno, por informar correcta y seriamente a la población a fin de contrarrestar la falsa información que circula en las redes sociales y que pregonan algunos “líderes”, religiosos o comunitarios, que hacen verdadera campaña en contra de la vacunación.
En otros países se está haciendo mucho énfasis en divulgar casos de conocidos activistas antivacuna que enferman gravemente o que mueren como consecuencia de su negativa a protegerse científicamente con las vacunas. Sobresale el llamado que hacen los deudos de esas personas que fallecieron por su rechazo absoluto a las vacunas, pidiendo a otras personas que vean ese ejemplo y que, por favor, se apliquen la vacuna cuanto antes para protegerse.
El gobierno de Guatemala parece estar más ocupado en otras cosas y la pandemia dejó de ser de su interés hace mucho tiempo, desde aquel día en el que Giammattei dijo que cada quien tenía que cuidarse por sí mismo y abrió todo el país. Pero mientras más necesidad hay de mantener abierta la economía, mayor debe ser la eficiencia de la vacunación para salvar vidas. En cambio, aquí no hay vacuna suficiente gracias a la estafa que nos hicieron los rusos, pero tampoco hay una campaña efectiva de información veraz que invite a la población a vacunarse y eso es muy grave.