LES CAYES, Haití / AP
Las autoridades de Haití aumentaron el martes en más de 500 el número de muertos por el fuerte terremoto del fin de semana, después de que la tormenta tropical Grace forzara la suspensión temporal de las tareas de búsqueda y rescate, una demora que avivó la molestia y frustración de las miles de personas que se quedaron sin hogar.
Grace golpeó el suroccidente de Haití, que fue también la zona más afectada por el sismo del sábado, y los funcionarios advirtieron que en algunos lugares podrían caer hasta 38 centímetros (15 pulgadas) de lluvia antes de que la tormenta siga su camino. Lluvia intermitente caía en la ciudad de Les Cayes y en la capital Puerto Príncipe.
El martes, la Agencia de Protección Civil elevó a 1.941 el número de muertos y a 9.900 la cantidad de heridos, muchos de los cuales han tenido que esperar para recibir ayuda médica acostados al exterior bajo el sofocante calor.
La devastación se centra en la zona suroccidental del país, donde los servicios médicos están al límite de su capacidad y donde la gente ha perdido casas y seres queridos.
La paciencia se ha estado agotando en la nación más pobre del hemisferio occidental. Los haitianos ya batallaban con el coronavirus, la violencia de pandillas, la pobreza y el asesinato del presidente Jovenel Moïse cuando se registró el sismo.
Se seguían sacando cadáveres de los escombros, y el olor a muerte cubría intensamente un edificio de apartamentos de tres pisos que se vino abajo. Una sencilla sábana cubría el cuerpo de una niña de 3 años que los bomberos habían encontrado una hora antes.
El vecino Joseph Boyer, de 53 años, dijo que conocía a la familia de la niña
“La madre y el padre están en el hospital, pero los tres hijos murieron”, señaló. Los cuerpos de los otros dos hermanos fueron hallados antes.
Ilustrando la falta de presencia del gobierno, los bomberos voluntarios de la cercana ciudad de Cabo Haitiano habían dejado el cuerpo bajo la lluvia porque la policía tiene que estar presente antes de poder retirar el cadáver.
Otro vecino, James Luxama, repitió un rumor presente en muchos sitios de desastre cuando dijo que alguien enviaba mensajes de texto pidiendo ayuda desde los escombros. Pero Luxama, de 24 años, no había visto personalmente uno de dichos mensajes ni recibido uno.
Una multitud de hombres enfurecidos se reunió frente al edificio derrumbado, una señal de que la paciencia llegaba a su límite entre las personas que durante días han esperado que llegue ayuda del gobierno.
“Los fotógrafos pasan, la prensa, pero no tenemos lonas para nuestros techos”, dijo un hombre que se negó a dar su nombre.
El director de la Agencia de Protección Civil de Haití, Jerry Chandler, reconoció la situación. La evaluación del sismo tuvo que suspenderse por las fuertes lluvias, “y las personas se están poniendo agresivas”, dijo Chandler el martes.
Algunos niños quedaron huérfanos en el terremoto y algunos jóvenes empezaban a pasar hambre, dijo Carl-Henry Petit-Frère, un gerente de campo de Save the Children, que indicó en un comunicado que distribuía lo que podía a las personas que viven en las calles sin protección del viento y la lluvia.
“Veo a niños llorando en las calles, personas pidiéndonos comida, pero también nosotros tenemos poca comida”, dijo Petit-Frère y agregó que les advirtieron a los niños no entrar a las casas porque podrían derrumbarse. “Las organizaciones que están aquí hacen lo que pueden, pero necesitamos más provisiones. Alimentos, agua limpia y albergue es lo que más se necesita, y lo necesitamos pronto”.
Aproximadamente 20 soldados finalmente se presentaron para ayudar a los rescatistas en el edificio de apartamentos derrumbado.
Antes de eso, la única ayuda que había era de los voluntarios poco equipados.
“Lo único que tenemos son mazos y manos. Ese es el plan”, dijo el voluntario canadiense Randy Lodder, director de la Escuela Cristiana Adoración en Haití.
Sarah Charles, administradora adjunta de la Oficina de Asistencia Humanitaria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), señaló que sus equipos de respuesta al desastre se vieron obligados a suspender las operaciones conforme llegaba la tormenta el lunes, pero que los miembros regresaron el martes para evaluar su impacto y seguían asistiendo.
“No prevemos que la cantidad de muertos relacionada con este terremoto estará cerca del terremoto de 2010, cuando más de 200.000 personas murieron”, dijo Charles a la prensa.
El nivel del daño tampoco fue tan severo como ese terremoto, agregó. “No es lo que actualmente vemos en el terreno”.
Las autoridades dijeron que el terremoto de magnitud 7,2 destruyó más de 7.000 casas y dañó casi 5.000, dejando a unas 30.000 familias sin hogar. Hospitales, escuelas, oficinas e iglesias también se derrumbaron o sufrieron graves daños.