Juan Antonio Mazariegos
Este próximo 15 de agosto se cumplen 50 años de que el Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon eliminó el patrón oro. En el año 1,971, Nixon creo el denominado dinero fiat, cuyo nombre proviene del latín “fiat”, que significa “hágase” o “que así sea”. El dinero, tal y lo conocemos hoy, tiene ese nombre porque existe por decreto, por orden de la autoridad que gobierna y que también es la que lo imprime y controla. No se puede cambiar por ningún bien (oro, plata o cualquier otro), como se hacía antes. No tiene un respaldo.
Por aquel entonces (1,970), Francia, durante el gobierno del presidente Charles de Gaulle se dedicó a cambiar los dólares que tenía por oro de la Reserva Federal de los Estados Unidos, pues el dólar estaba respaldado (como un certificado de depósito), por el oro que la Reserva Federal almacenaba en sus bóvedas y esto provocó que se redujeran las reservas de oro de los Estados Unidos. Así mismo, la Administración Nixon luchaba contra el endeudamiento ocasionado por la guerra de Vietnam y en esa coyuntura Nixon tomó la decisión, el 15 de agosto de 1971, de acabar con la convertibilidad del dólar, lo que puso fin a la época del patrón oro a nivel mundial.
Básicamente, se cambió la confianza en el oro, por la confianza en el emisor, pensando que ese emisor, sería lo suficientemente cuerdo y responsable como para tener una disciplina y política financiera que permitiera a todos los usuarios seguir confiando en que ese dinero, en el que depositaban su riqueza, se mantendría firme y sobre todo aceptado como medio de intercambio comercial.
Ser el emisor de la moneda de cualquier país, conlleva sobre todo responsabilidad, recordemos que los gobiernos también adquieren bienes y servicios y pagan por ellos. Si un país, no tiene un respaldo adecuado con sus ingresos o reservas, y sigue adquiriendo bienes, servicios y pagando por sus obligaciones cae en un déficit fiscal y debe adquirir deuda. Por supuesto, también puede caer en la tentación de imprimir su propia moneda, resolviendo así, de fácil manera el problema que le pueda causar ese déficit, pero con la grave consecuencia de desvalorizar el poder adquisitivo de su propia moneda, causando inflación, el impuesto más ingrato de todos.
Muchas personas afirman hoy que el dinero fiat tiene los días contados, los gobiernos realmente no han cumplido a cabalidad con su responsabilidad y el mundo está lleno de buenos ejemplos sobre malos manejos. Al dinero fiat le han salido fuertes competidores, el oro y la plata no han dejado de serlo, a ellos se suman hoy las criptomonedas que prometen libertad en contra de la regulación estatal y la devolución del poder al mercado, en contraposición a la maquina de imprimir billetes. Realmente, es este último, el mercado, determinado por la relación entre la oferta y la demanda, el que asigna el valor a cualquier moneda, criptomoneda o valor de resguardo. La fortaleza y el valor no dejarán de radicar en aquello en lo que la mayoría depositemos nuestra confianza.
Juan Antonio Mazariegos G.