El Parlamento de Francia aprobó una ley que exige un pase especial para acceder a restaurantes y para hacer viajes en el interior del país, y que hace obligatoria la vacunación contra el COVID-19 para todo el personal de sanidad.
Ambas medidas han dado pie a protestas y tensiones políticas. El presidente Emmanuel Macron y su gobierno dicen que son necesarias para proteger a las poblaciones vulnerables y a los hospitales debido a un repunte de las infecciones, y para evitar nuevos confinamientos.
La ley obliga a todos los trabajadores del sector salud a que empiecen a vacunarse para el 15 de septiembre o serán suspendidos. También obliga a la gente a presentar un “pase sanitario” para ingresar en restaurantes, trenes, aviones y otros lugares públicos. Inicialmente se aplicará a todos los adultos, aunque a partir del 30 de septiembre también abarcará a quienes tengan 12 años o más.
Para conseguir el pase, las personas deben mostrar que están totalmente vacunadas, que dieron negativo en fecha reciente en una prueba diagnóstica o que recientemente se recuperaron del COVID-19. Se aceptarán papeles o documentos digitales. De acuerdo con la ley, un decreto gubernamental estipulará cómo se manejarán los documentos de vacunación de otros países.
La iniciativa fue presentada hace apenas seis días. Los legisladores trabajaron durante la noche y el fin de semana para concretar una versión que el Senado aprobó el domingo en la noche y la Asamblea Nacional después de la medianoche. Las normativas podrán aplicarse desde ahora hasta el 15 de noviembre, dependiendo de la situación del virus.
Macron hizo un llamado a la unidad nacional y a favor de que todos se vacunen para combatir una nueva ola del virus y criticó a quienes avivan las protestas y la aversión a las vacunas.
Unas 160.000 personas protestaron el sábado en Francia contra los pases especiales para acceder a restaurantes y contra las vacunación obligatoria de los trabajadores de salud. Muchos inconformes gritaban “¡libertad!” y afirmaban que el gobierno no debería decirles qué hacer.
Durante una visita a un hospital en la Polinesia Francesa, Macron pidió unidad nacional y preguntó: “¿Qué valor tiene tu libertad si me dices ‘no quiero vacunarme’, pero mañana contagias a tu padre, a tu madre o a mí?”
Aunque señaló que los manifestantes son “libres de expresarse de una manera tranquila y respetuosa”, dijo que las protestas no harán que el virus desaparezca.
Macron criticó a las “personas que están en el negocio de la movilización irracional, a veces cínica y manipuladora” contra las vacunas. Entre los organizadores de las protestas hay políticos de extrema derecha y miembros extremistas del movimiento de chalecos amarillos de Francia que aprovechan la indignación contra el gobierno de Macron.
Más de 111.000 personas han muerto de COVID-19 en Francia, que registra a diario unas 20.000 infecciones nuevas en comparación con unos pocos miles de principios de mes.